Ginebra. Ser apátrida tiene efectos muy nocivos en los niños ya que provoca en ellos sentimientos de discriminación, frustración y desesperanza que pueden continuar hasta la edad adulta, según un estudio de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) publicado hoy.
Actualmente hay unos 10 millones de personas consideradas apátridas y se estima que cada diez minutos nace un niño al que no se le otorgará nacionalidad alguna. Todo ello ha llevado a ACNUR a elaborar su mayor estudio sobre el impacto de esta situación en los menores.
En concreto, la investigación se ha realizado en Costa de Marfil, República Dominicana, Georgia, Italia, Jordania, Malasia y Tailandia, y cuenta con testimonios de 250 personas, entre ellas niños, jóvenes, padres y tutores. La publicación del informe coincide con el primer aniversario del lanzamiento de la campaña «#IBelong” (“Yo pertenezco»), que tiene como objetivo que no haya más personas apátridas en 2024.
La agencia pide a los países que se unan a la iniciativa “I belong”, puesta en marcha para atajar un problema que considera “relativamente fácil de solucionar y prevenir». Entre las medidas a aplicar, ACNUR urge a los Estados a permitir que los niños tengan la posibilidad de obtener la nacionalidad del país en el que nacieron en caso de no poder recibir la de sus progenitores. También pide que se reformen las leyes para que las madres puedan, de igual forma que los padres, pasar a sus hijos su nacionalidad, un derecho del que no gozan las mujeres de dos decenas de países.
Asimismo, ACNUR solicita que se eliminen las leyes y prácticas que niegan la pertenencia a un país a los menores por motivos de raza, etnia o religión. La agencia humanitaria hace, además, un llamamiento a los Estados para que aseguren que todos los niños sean registrados oficialmente al nacer. Para el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, no tener nacionalidad durante la infancia puede ser origen de problemas que “perseguirán” a estas personas durante años y que “les condenan” a una vida de discriminación.
“Ningún niño debería ser apátrida. Todos deberían pertenecer a algún sitio”, afirma Guterres en un comunicado. Según el informe, los menores que no cuentan con nacionalidad denuncian que han sido tratados como extranjeros en los países en los que han vivido y que su condición les causa un daño psicológico importante. Muchos de ellos incluso se describen como “invisibles”, “extraterrestre”, “viviendo en la sombra”, “perros callejeros” o “sin valor». Con frecuencia, se les niegan los derechos que disfruta la mayoría de sus conciudadanos, como la obtención de diplomas académicos, ir a la universidad o encontrar un trabajo digno.
Por tanto, alerta la agencia de la ONU, esta situación les “condena” a ellos, a sus familias y a sus comunidades a vivir en precariedad y marginación durante generaciones.