Por David Vargas
La invasión de aguas salobres y de líquidos cloacales afecta al acuífero Patiño, uno de los principales recursos hídricos de Paraguay
ASUNCIÓN (IPS/IFEJ).- La paraguaya Josefina Samaniego no sabía que el agua podía tener sabor y color hasta que se mudó a la ciudad de Limpio, a unos 10 kilómetros de Asunción. El líquido extraído de los pozos de esa comunidad de 73 mil habitantes no es inodoro, ni incoloro, ni insípido.
El agua que consume Samaniego es rojiza, salada y huele a tierra fresca, producto de lo que los técnicos llaman salinización del acuífero Patiño, un depósito natural de agua subterránea que abastece a más de dos millones de personas.
El Patiño abarca mil 173 kilómetros cuadrados en el sudoeste de la región Oriental de Paraguay. Se extiende bajo Asunción y su área metropolitana, el departamento Central y parte del de Paraguari, donde residen más de 38 por ciento de los seis millones de habitantes del país.
Es hermano menor del acuífero Guaraní, una de las principales reservas de agua dulce del planeta compartida por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
La ubicación del Patiño es a la vez su mayor potencial y su peor peligro, explica Elena Benítez, directora de Recursos Hídricos de la Secretaría del Ambiente (Seam). La excesiva extracción ha hecho descender la cantidad de agua y provocado contaminación.
Según la Seam, el nivel de agua del acuífero pierde en promedio medio metro por año.
La salinización es resultado directo de este proceso y afecta las zonas costeras del río Paraguay, que divide al país en dos regiones: Oriental y Occidental o Chaco. Esta última es árida y con alta salinidad. La disminución del caudal del acuífero propicia la entrada de una corriente subterránea de agua salobre proveniente del Chaco.
El problema es menor en la capital porque la proveedora estatal de agua, Empresa de Servicios Sanitarios, se abastece del río Paraguay, señala en entrevista Félix Villar, presidente de la Asociación Paraguaya de Recursos Hídricos. Pero el resto de los municipios extraen directamente agua del acuífero, a través de sistemas comunitarios, proveedoras privadas (aguaterías) o perforaciones domiciliarias.
que en el área del Patiño operan unas 300 aguaterías y hay más de mil 500 perforaciones particulares.
«Me costó mucho acostumbrarme, pero ahora ya casi no siento» el sabor, relata Jerónima Villalba, mientras extrae agua de un pozo de 14 metros de profundidad en su vivienda del asentamiento Villa Flamenco, en Limpio.
Villalba es una de las pocas residentes de este barrio que todavía tienen pozo artesiano. El resto de las casi 200 familias se proveen de una aguatería privada, cuya planta de bombeo está ubicada varios kilómetros tierra adentro, donde el líquido «tiene mejor sabor», cuenta su vecina, Victoria Argaña.
Los habitantes se quejan de pagar cuotas cada vez más altas a las aguaterías, que se aprovechan del nulo control estatal.
Samaniego afirma que, en el último año, su proveedora incrementó dos veces la tarifa mensual, de tres a cinco dólares. Esto podría parecer poco, pero el suministro sufre constantes cortes, que en ocasiones duran hasta una semana, y la calidad del servicio es deficiente, pues la presión a veces no es suficiente para llegar a la ducha.
Para los técnicos, la salinización es un problema menor comparado con males más acuciantes.
Lo peor «es la contaminación», declara Félix Carvallo, coordinador del estudio de políticas y manejo ambiental de aguas subterráneas en el Área Metropolitana de Asunción, que llevan adelante el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa) y la Seam, con financiación de la cooperación japonesa.
Esta es la única iniciativa gubernamental destinada a elaborar un plan de gestión del agua. Pero, a pesar de los esfuerzos, no se están logrando resultados positivos, reconoce Carvallo.
Un estudio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción alertó en 2006 sobre la contaminación por coliformes fecales: de 100 muestras de agua analizadas, 34 por ciento tenían valores superiores a los aceptables para consumo humano.
«Esto se debe a la falta de alcantarillado sanitario. Las poblaciones del acuífero Patiño utilizan letrinas cuyos pozos ciegos dejan escapar los efluentes que penetran bajo tierra y llegan al agua subterránea», explica Carvallo.
Según el Senasa, apenas 23 por ciento de las viviendas de la zona están conectadas a la red de saneamiento, mientras 77 por ciento eliminan sus efluentes en pozos ciegos que filtran su contenido al acuífero.
Otras fuentes contaminantes son los 36 vertederos de basura distribuidos en toda el área, cuyos líquidos en descomposición penetran el subsuelo.
Los «pozos perforados son una ventana abierta a la contaminación», dice Amado Insfrán, de la no gubernamental Sobrevivencia – Amigos de la Tierra, entrevistado para este informe.
La falta de registros y control de los pozos, la creciente cantidad de empresas perforadoras y la ausencia de regulación estatal influyen para que este recurso limitado se degrade en capacidad y calidad, advirtió el activista.
El parlamento paraguayo estudia un proyecto de ley de aguas que, según los técnicos, permitirá regular la explotación del recurso.
Pero empresas y sectores productivos se oponen a la ley, pues establecería el pago de derechos de uso y explotación de las aguas subterráneas.
«Lo más urgente es luchar contra la contaminación y la intrusión salina», con medidas como ampliar la red de saneamiento, expandir la cobertura de la Essap y obligar a las empresas a optimizar su consumo, asegura Insfrán.
El gobierno no tiene planes al respecto. Sólo algunos municipios estudian proyectos para instalar redes locales de saneamiento.
Mientras, el tiempo pasa para personas como Jerónima Villalba. Cada día, su pozo de agua se va llenando de sal, y pronto tendrá que pagar los servicios de una aguatería.
«¿Querés probar?», dice y ofrece un vaso de agua de su pozo. El líquido tiene un sabor áspero, que el paladar no reconoce. Y agrega en tono jocoso: «Imaginate nomás que estás en la playa y tomás un poquito de agua de mar».
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).
¿El capitalismo puede ser verde?
Por Stephen Leahy*
Especialistas señalan que el crecimiento económico continuo, intrínseco del capitalismo, no es viable en un planeta con recursos naturales cada vez más escasos.
TORONTO (IPS/IFEJ).- El capitalismo demostró ser ambiental y socialmente insostenible, así que la prosperidad futura deberá surgir de un nuevo modelo económico, afirman algunos expertos. El «cómo» es materia de intenso debate.
Una corriente afirma que el crecimiento continuo es compatible con el ambiente si se adoptan tecnologías más limpias y si las economías dejan de elaborar bienes materiales para pasar a los servicios.
Instrumentos internacionales destinados a abatir problemas como el agujero de la capa de ozono y el recalentamiento global adoptaron principios de mercado para lograr el cumplimiento del sector privado.
Pero el problema es que «consumimos 25 por ciento más de lo que la Tierra nos puede dar por año», señala William Rees, de la Escuela de Planificación Comunitaria y Regional de la University of British Columbia, Canadá.
Rees y otros estudiosos calcularon que el consumo humano de recursos naturales excede cada año en 25 por ciento la capacidad de la naturaleza de regenerarlos.
«Nuestro planeta necesita un capital natural, como árboles, para proporcionar servicios como agua y aire puros, de los que dependemos», dijo en una entrevista Rees, uno de los inventores de la «huella ecológica», un indicador para conocer la cantidad de territorio productivo que una determinada población humana necesita para proveerse de recursos y para que absorba sus residuos.
El capitalismo se funda en la acumulación de riqueza mediante el consumo de recursos naturales cuya disponibilidad es limitada, alegó. También estamos excediendo la capacidad del planeta de absorber contaminación y residuos.
Los economistas de mercado no hablan de contaminación, sino de «externalidades» que raramente incluyen en sus modelos económicos, enfatizó.
Por eso la prosperidad sustentable es el uso global de recursos y la generación de desechos que no superen la capacidad regenerativa del planeta, alegó. Además, sólo hay prosperidad cuando la brecha de ingresos entre ricos y pobres es pequeña, opinó.
Pero «los ejecutivos de Estados Unidos ganan entre 500 y mil veces más que sus trabajadores y esa desigualdad se está agravando», aseguró. Si todos vivieran como los estadounidenses necesitaríamos cinco planetas que proporcionaran los recursos naturales necesarios, según el Living Planet Report 2006, del Fondo Mundial para la Naturaleza.
La solución no está en más tecnologías limpias y eficientes. Las sociedades industriales ya usan los recursos de modo más eficiente que las naciones en desarrollo, pero consumen muchos más bienes materiales y por tanto más recursos naturales, estimó Rees.
«Toda esta charla sobre sustentabilidad significa que no queremos realmente cambiar lo que hacemos», agregó.
Las compras responsables o la responsabilidad social corporativa no harán mucha diferencia, coincidió el ecologista Brian Czech, presidente del Centro para el Avance de una Economía de Fase Estable, un instituto de estudios con sede en Washington.
«Tenemos que reducir nuestro crecimiento económico», dijo Czech en una entrevista para este informe.
La mayoría de las naciones en desarrollo necesitan crecer, pero los países ricos tienen que reducir su uso de recursos para que esto suceda, añadió.
La idea de que el crecimiento continuo se puede sustentar gracias a la desmaterialización «no tiene sentido», opinó Czech. Producir servicios requiere usar recursos naturales como energía, y el dinero generado será empleado para comprar algo.
«Los economistas neoclásicos en el Banco Mundial y en la estadounidense Agencia para el Desarrollo Internacional, entre otros, siguen creyendo que no hay límites para el crecimiento», señaló Czech.
Hay que redefinir el éxito económico: en lugar de aumentar la riqueza, aumentar el bienestar, afirmó Nic Marks, director del Centro para el Bienestar de la Fundación Nueva Economía, con sede en Londres.
El gobierno británico reconoció que la economía debe caber en un solo planeta y que ya estamos más allá de sus medios, dijo Marks entrevistado para este informe.
«Sin embargo, es políticamente insostenible decir que el camino es un menor crecimiento», sostuvo.
Por tanto, el camino es un crecimiento más verde, más limpio y desmaterializado, junto con importantes reducciones en el uso de los recursos, dijo Marks.
El empresario estadounidense Peter Barnes considera que el capitalismo debe pasar de explotar recursos naturales a protegerlos como bienes comunes de la humanidad. Estos «fideicomisos de riqueza natural» pertenecerán a todos los seres humanos y tendrán poder para limitar el uso de recursos escasos, imponer tributos y distribuir dividendos, afirma en su libro «Capitalism 3.0».
Barnes imagina un mundo con muchos fideicomisos de ecosistemas, administrados por miembros que estarán obligados a actuar sólo en beneficio de los ciudadanos y las generaciones futuras.
«Ni el gobierno ni las corporaciones representan las necesidades de las generaciones futuras, de los ecosistemas y de las especies no humanas. Los fideicomisos pueden hacerlo», dice en su libro.
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).
ECOBREVES
Brasil
Indígenas quieren pago por cuidar bosques
RÍO DE JANEIRO Los indígenas ribereños y extractores de caucho natural de la Amazonia brasileña relanzaron la Alianza de los Pueblos Forestales (APF), nacida en los años 80, para reclamar se reconozca su papel en la preservación del bosque y del clima. Un seminario de sus líderes en la localidad amazónica de Manaos aprobó a fines de abril un manifiesto a favor de la remuneración internacional por frenar la deforestación y anunciando la creación de un mecanismo propio para reducir los gases invernadero. «Queremos más que el pago por mantener los bosques, como hacemos tradicionalmente», sino políticas públicas que «consideren a los seres humanos que viven en la Amazonia».
Chile
Critican nombramiento de Lagos en la ONU
SANTIAGO (Tierramérica) Ecologistas chilenos rechazaron el nombramiento del ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006) como uno de los tres enviados especiales para el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En un comunicado divulgado el 1 de mayo, la ONU destacó como mérito de Lagos haber creado la Fundación Democracia y Desarrollo. «Me parece insólito y preocupante, ya que durante su gobierno no tuvo ninguna sensibilidad para los temas ambientales. Al contrario, subordinó las políticas públicas a los grandes intereses privados», dijo a Tierramérica Luis Mariano Rendón.
Del Movimiento Acción Ecológica.
Lagos, quien compartirá el cargo con la ex primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, y el ex ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, Han Seung-Soo, aseguró que en su gobierno «hubo esfuerzos» para combatir el recalentamiento planetario, pero reconoció que «se pudo hacer más».
Cuba
Construcción ecológica aspira a premio Hábitat
LA HABANA (Tierramérica) Un método cubano de construcción con materiales ecológicos figura entre las cuatro iniciativas finalistas para el premio mundial Hábitat, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Implementado en Cuba y en al menos otros ocho países, el método propone desarrollar materiales de construcción a partir de materias primas alternativas, más baratas y resistentes a los desastres naturales. El método ya «probó su viabilidad, y podría cambiar los paradigmas de la relación entre las instituciones académicas y las comunidades de su entorno», dijo a Tierramérica Fernando Martirena.
El premio se entrega cada octubre a proyectos que brinden soluciones innovadoras a los problemas de vivienda en todo el mundo. (FIN)