Hoy 
La denuncia de que un taller de la base del Fuerza Aérea Dominicana en San Isidro fue utilizado en algún momento reciente para traficar drogas ha salido inquietantemente a la luz pública a través de un coronel piloto activo reconocido por la propia institución como de buena hoja de servicio.
Además de la indagatoria dispuesta en el marco de la jerarquía y disciplina militares, el Ministerio Público ha procedido también a realizar la investigación que corresponde como parte de sus obligaciones de esclarecer hechos de tal naturaleza y trascendencia comprendidos en su jurisdicción civil.
La persecución al tráfico de narcóticos tiene una categoría excepcional como crimen de ramificaciones internacionales que regularmente ocurre en desafío a autoridades de más de un país y que de ordinario dan motivos a coordinaciones y sinergias contra poderosos cárteles.
La capacidad de infiltración y de captación de complicidades del crimen organizado no puede ser subestimada, menos en un país de estratégica localización geográfica y en el que se descubren constantes intentos de utilizarlo como puente hacia Estados Unidos y Europa hasta donde también llegan envíos de esta procedencia escapados de la vigilancia local.
Sin embargo, los aciertos resultan estadísticamente notables por una eficiencia reconocida incluso por Estados Unidos, el mercado de consumo de estupefacientes que más aparece en la bitácora de los traficantes por mar y aire de más incidencia en esta escala caribeña.
