Si decimos que es injusto, porque definitivamente lo es, nos estamos quedando cortos, porque también es frustratorio para toda una generación que vio en el diputado de Opción Democrática, José Horacio Rodríguez, un ejemplo de que la juventud puede hacer la diferencia mostrándonos que los políticos dominicanos pueden ser diferentes. Y es que, precisamente por ser la política dominicana como es, el legislador, que aspiraba a continuar en la Cámara de Diputados por un segundo período, no resultó electo a pesar de que obtuvo más de 14 mil votos debido a que su partido no recibió la proporción de votos suficientes para obtener un escaño.
José Horacio, quien en el 2020, cuando pertenecía al partido Alianza País, resultó el más votado en la circunscripción uno del Distrito Nacional, se despidió de sus electores y del Congreso, donde impulsó y logró la aprobación de varios proyectos, entre los que figura la ley que prohíbe el matrimonio infantil.
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“No en todas las historias (publicó en sus redes sociales) David logra vencer a Goliat”. Que en este caso particular es un sistema que privilegia, de manera injusta y muy poco equitativa, a los partidos grandes que obtienen la mayor cantidad de votos, cerrándole el camino y las posibilidades de representación congresional a los pequeños y emergentes, que no obstante esa condición tienen mucho que aportar a la democracia dominicana, pero también para que seamos una mejor sociedad, más justa e igualitaria, como se empeñó en demostrar durante su ejercicio legislativo el representante de Opción Democrática.
Triste como todas las despedidas, la de José Horacio Rodríguez es también un adiós amargo, pero no solo para el joven dirigente político sino también para todos los ciudadanos de este país que, hastiados de la vieja política, de sus trampas y mañoserías, de sus vilezas y sus incorregibles vicios, veíamos en su discurso y sus propuestas la prueba de que las cosas pueden cambiar. ¿O debí usar el pasado y decir podían?