Un desafiante campanazo resonará para los favorecidos por el voto con el boletín final de las elecciones 19/05/24 después de años de administraciones del Estado omitiendo cambios institucionales fundamentales. A más de la importancia que a sus metas de Estado el Presidente reelecto asigna a la reforma de la Constitución para garantizar la permanencia de sus postulados, basta ya de las obsolescencias del Código Penal estancado por indefiniciones sobre las tres causales que entonces deja a la sociedad sin una herramienta eficaz contra la criminalidad. Basta ya de leyes electoral y de partidos ambiguas y débiles. Basta ya de Código de Trabajo ajeno a la realidad de las relaciones obrero-patronales del siglo 21.
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El sistema de la Seguridad Social que llenó un vacío asistencial por el colapso de un frustrado mecanismo anterior, está hoy atrapado en esquemas de reducidas coberturas de salud mientras de otro lado el plan en paralelo de pensiones y jubilaciones fomenta promisoriamente el ahorro de los afiliados pero brindando insuficientes respuestas a la hora de pasar a retiro. En un país sin legislaciones orgánicas que obliguen al poder a velar por la calidad del gasto y limiten el endeudamiento público a inversiones reproductivas, el ingreso fiscal no debe seguir en caída libre por exenciones socialmente improductivas y porque los recaudadores no llegan hasta las utilidades mayores que el imparable crecimiento de la economía depara a contribuyentes.