Las indicaciones de que la virulencia del dengue sobrepasa la capacidad, pública y privada, de hospitalizar pacientes -sobre todo a niños en impresionante cantidad- movieron ayer a la Sociedad Dominicana de Pediatría a proponer a las autoridades correspondientes acentuar medidas para mitigar el impacto de la enfermedad que la Organización Mundial de la Salud considera como una de las diez principales amenazas para la salud mundial por la rapidez de su propagación.
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Esa rapidez, innegablemente, es sentida con incertidumbre por la sociedad dominicana aunque el Gobierno insista en decir que los casos descienden al tiempo de abstenerse de suministrar estadísticas actualizadas y abarcadoras a una opinión pública que tiene motivos suficientes para creer lo contrario. A ella llega, con crudeza y sin que el Estado diga lo que tiene que decir, la conmoción de médicos en fatiga extrema por el fuerte impacto de la llegada de pacientes a los centros asistenciales que ya no disponen de camas para más ingresos para desesperación de los padres de familia.
Se carece de boletines de la red de hospitales públicos que describan la realidad para crear conciencia sobre la magnitud de este mal y encender las alarmas y el sentido de prevención mientras los ciudadanos reciben testimonios de la clase médica que tiene en sus manos a miles de enfermos de que el dengue continúa expandiéndose a nivel nacional y su elevada incidencia crea una situación de emergencia no declarada oficialmente.