DORTMUND. (AFP).- Alemania quedó ayer en la puerta de los octavos de final de la Copa del Mundo 2006, al torcerle el brazo sobre la hora a Polonia por 1-0, luego de haber ejercido una tenaz presión a un equipo polaco en el que destacó el arquero Artur Boruc. Fue un gol con el último aliento, en el minuto 90+1, del recién ingresado Oliver Neuville el que quebró el cero que parecía inamovible, al conectar un centro arrojándose al suelo bajo los tres palos.
Alemania mantuvo su condición de líder de la zona con seis unidades, delante de Ecuador que tiene tres y el jueves jugará con Costa Rica, sin puntos, en tanto Polonia quedó también en cero y al borde de la despedida del Mundial.
La escuadra polaca jugó los últimos 20 minutos con un hombre menos por la expulsión del defensa Radoslav Sobolewski, quien venía abusando del juego fuerte hasta ganarse la tarjeta roja.
¿Por qué no se rompía el cero cuando arreciaban los ataques de ambos bandos?. Porque cada vez que un hombre quedaba en posición de gol fracasaba irremediablemente por falta de puntería, con el pie o la cabeza.
Eran muy seguras las intervenciones del guardameta Boruc, pero cuando estuvo a merced de Lukas Podolski y de Miroslav Klose en las dos oportunidades más claras para anotar, fueron sus rivales los que fallaron.
Para colmo, tenía la suerte a favor, como con dos remates sobre el final que se estrellaron en el travesaño.
La última vez que se habían enfrentado en un Mundial fue en Argentina 1978 y también empataron 0-0.
Pero si había alguien en la cancha que justificaba que no se gritaran goles de Alemania era el arquero Boruc, siempre atento, siempre vigilante y magníficamente ubicado.
La primera zozobra la vivió ante Klose, quien llegó a las barbas del guardameta a la carrera, saltó como para aniquilarlo con su cabezazo pero la pelota pasó rozante el poste izquierdo.
El segundo susto para Polonia fue una entrada a fondo de Podolski, quien también quedó en las puertas del arco, aunque en una posición algo cerrada, desde donde remató de manera fallida.
El retorno de Michael Ballack para llevar el estandarte pasó por momentos inadvertido, porque el volante se movió con su habitual solvencia y metió pases exactos pero jugó tan lejos del arco que se quedaba mirando las maniobras de ataque como espectador.
En la segunda etapa los nervios le jugaron una mala pasada a Ballack, quien fue amonestado por una infracción violenta, producto de su impotencia por poner orden y desplegar las alas de su mejor juego.
Bastian Schweinsteiger también colocaba pases certeros, pero extremadamente largos, anunciados, frente a una escuadra que se escalonó en forma disciplinada para ocupar espacios y cerrar los caminos hacia su valla.
En la faz ofensiva, Polonia destacó a Ebi Smolarek como el hombre que debía aprovechar su velocidad de correcaminos para lanzarse rápidamente al ataque, pero también chocaba contra la solidez defensiva de Phillip Lahm. El cero seguía firme porque Boruc era una muralla en el arco y el defensa Marcin Baszczynski lo custodiaba con empeño de cancerbero, asistido por Jacek Bak, que ponía su mejor voluntad en el dispositivo de marcaje.
Otro hombre de las trincheras polacas, el defensa Sobolewski, también le ponía un candado a la última línea de Polonia.