ALERTA. Curiosidades en “Labrador de Palabras” de Juan Matos

ALERTA. Curiosidades en “Labrador de Palabras” de Juan Matos

Juan Freddy Armando

El domingo pasado, reproduje la primera mitad de mi exordio a la parte titulada “Un Recuerdo que Late”, del libro “Labrador de Palabras”, del poeta Juan Matos. Hoy, última parte del mismo.

Pero antes, referiré dos interesantes detalles de dicha obra.

UN EXORDIO GENERAL Y OTRO PARA CADA PARTE, ESCRITOS POR AUTORES QUE NO CONOCÍAN AL POETA

“Labrador de Palabras” tiene una división temática en varias secciones. Cada una lleva un exordio de un reconocido escritor o escritora: La novelista, poeta y ensayista Ofelia Berrido, quien hace el análisis general que encabeza el libro. Luego vienen: El docente e investigador Silvio Torres Saillant. Poeta y cuentista Raúl Bartolomé. Poeta, ensayista y cuentista Omar Messón. Poeta y ensayista Radamés Reyes-Vásquez. Y Juan Freddy Armando, autor de este artículo.

Tal como quiso el poeta Matos, excepto Torres Saillant y yo, todos los exordios fueron escritos por autores que no lo conocían personalmente. Me pidió seleccionarlos. Además, les dio absoluta libertad para opinar lo que quisieran, incluyendo críticas a posibles defectos que su obra, como toda acción humana, pudiera contener.

 A CONTINUACIÓN, LA SEGUNDA PARTE DE MI EXORDIO TITULADO “VIEJOMANUE: RELÁMPAGO FUGAZ QUE SE HACE ETERNO”

Y después, se agigantó mi cariño hacia ViejoManue cuando escuché la historia de aquella orquídea que con toda su alma le regalo a su Alma, madre y amiga con la que después jugaba a discutir si era de ella o de él. Orquídea que parió hijas para él y para todos, en esa obra de amor que es la alegría de dar y dar y dar, que es más dichosa que recibir.

En este momento, la orquídea que en la sala brilla, al igual que sus hijas diseminadas en tantos lugares en su crecimiento y multiplicación, en su blanco combinado al intenso violeta, se convierte en él. Es ViejoManue mismo convertido en perenne infante que vive para siempre en el poema en que la pluma del Padre-Poeta lo vuelve a la matriz materna y lo hace renacer transmutado en su amada flor de tres sépalos:

“LAS VIOLETAS DEL ALMA”

 “Evoca las vivencias talladas en la corteza viva del vientre que aún prodiga mimos al niño tierno… (…) El violeta es vientre umbilical, adherido al verde viviente que reposa a puerta abierta, bebiéndose los besos soleados día a día”.

El dolor paterno hecho intensas ideas, encendidos verbos, estremecedores adjetivos, sustanciosos sustantivos hablan de su belleza en fondo y forma. No necesitan que me detenga en su estética sino en su ética, más en su llanto que en su canto.

Por eso, ahora, no quiero analizar los hermosos poemas que Juan le dedica en este libro. No quiero hablar de tropos, sintagmas, imágenes, ni musicalidad ni hondura. Solo digo que ante ellos me desgarro como si fuese mío el hijo y míos los versos.

Lacerado y triste como Juan, amargado y herido como Juan, y cómo él cortado por la luz de ese rayo de Manuel que no cesa, como el de Miguel Hernández. Esa herida brutal de la vida que separó al hijo de su padre y su madre. A destiempo, como siempre es la muerte de los hijos a los que sobreviven sus progenitores.

Igual me consuela el consuelo de Juan-Padre-Poeta al sentir que ViejoManue no se ha ido, que late su presencia viva y actual en cada cosa que miró, que tocó, que disfrutó. A golpe de sentimientos hechos palabras creadoras, logra recrear al hijo, al sentirlo en todo lo que hizo suyo con sus oír, tocar, oler, mirar… en fin, en todos sus sentidos. Así lo plasma intensamente en la parte final del poema que titula

“FRENTE AL NUEVO RINCÓN DE LA SALA”

“Todo lo que tocaste cobra vida en la estampa plasmada en la memoria. El bongó de tu risa traspasa la tristeza, danza tu vida de verano al golpe del balsié. La africanía palpita a pecho abierto la digna identidad que tuviste por norte”.

Mi pesar pesa tanto que no encuentro las palabras para cerrar estas palabras. Por eso pido prestados estos versos que Moreno Jimenes lloró para su hija moribunda, como si Juan Matos a Manuel se las dijera:  “Hijo: Resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro”. Y los de Verlaine para su madre: “ViejoManue: Aquí estamos tú y yo: lo demás, c’est literture”.

Dentro de un tiempo, volveré sobre el libro.