LAS LETRAS LES ROBAN EL AFORISMO A LAS CIENCIAS
Tal como señala el prologuista José Mármol, David Pérez Núñez apuesta a la literatura de pensamiento. Sus aforismos, reflexiones, relatos cortos, microcuentos y poemas tienen, entre otros hilos conductores, lo filosófico-creativo.
El aforismo históricamente no fue género literario, sino filosófico, científico. Tiene dos orígenes básicos:
1. Eran fragmentos notables que se extraían de extensos tratados, estudios y artículos contentivos de profundos trabajos y reflexiones de investigadores: Confucio, Lao Tse, Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Pascal, Copérnico, Newton, Hegel, Schelling, Husserl, Heidegger, Shopenhauer.
2. Fueron también esas hondas reflexiones de sabios, sintetizadas en una frase breve y genial. Ahí están Séneca, Pascal, Voltaire.
(Me atrevo a conjeturar -por su sonido cercano a aforo o fórum- que podrían ser originalmente sentencias breves de sabios en foros públicos. El Diccionario Latino-Español de Agustín Blanquez Fraile define affor como “hablar, dirigir la palabra a alguien”).
Pero nuestro tiempo, tenemos escritores que sin presentarse en principio filósofos nos encantan con elegantes y graciosos aforismos de belleza artística y contenido conceptual.
Así lo transforman en género literario, sin menoscabo de la profundidad de pensamiento. Entre ellos, Borges, Ciorán. En el país, se destacan José Mármol, León David y el autor del libro que comento, entre otros.
MAGIA LITERARIA Y SÍNTESIS
Los aforismos de David Pérez Núñez tienen cuatro características claramente definidas y estilísticas propias:
Primera: Consumación del género como literatura más filosofía. Lo establece desde el inicial, que deviene, de alguna manera en una especie de aforístico arte poético que plantea los criterios de que ha partido para escribirlos. Así prepara al lector para lo que encontrará:
“Las reflexiones cortas y en algunos casos los aforismos no buscan la explicación lógica de las cosas, sino producir ese efecto alucinante, de deslumbramiento, de destello visual, si se quiere ilógico y que a su vez funciona como un catalizador hacia nuevas formas de interpretar la volátil realidad”.
Su propósito es el encuentro sorprendente, la frase ingeniosa, aguda y extraña, que nos lleva a buscar más que encontrar, a pensar más que afirmar, a jugar más que juzgar. A la manera de lo que plantea Enriquillo Sánchez cuando, dice -iniciando su ensayo “Dormir es Actuar”- para mostrar, a propósito del sistema de Freud, que las doctrinas seducen más por su estética que por su ciencia: “Una teoría no ha de ser verdadera. Ha de ser hermosa”.
Pérez Núñez diferencia aforismos y reflexiones, aludiendo así a lo que considero un género nuevo: la reflexión. Género literario-filosófico que expone el contenido de modo más complejo y explicativo, aunque conserva la forma creativa de buscar el conocimiento. En cambio, el primero es la frase impactante y breve que desbroza hermosamente una idea en un relámpago del pensar.
Segunda: Don de la brevedad sin perder el encanto. Es elemento común a todos los textos del libro. Digna de felicitación, porque una de las jornadas más duras de un escritor es el proceso de síntesis, de eliminar lo sobrante. ¿Cómo reducir la extensión sin que pierda gracia? ¿Cómo deshacerme de tal o cual idea que tanto me gusta pero que sobrecarga el texto y hace perder tiempo al lector, y lo desvía de la ruta de intensa emoción por la que quiero conducirlo?
Son preguntas muy bien respondidas a lo largo del libro, como evidencian los resultados. En ese afán de síntesis funcional, el autor se ha cuidado de podarles todo lo que los presente como muy corregidos y elaborados o productos típicos de los sudores del trabajo cerebral. Logra hacerlos sentir como piezas emocionalmente espontáneas, cual si fuesen salidas así desde el principio. Ejemplo:
“Me asusta esa cruel certeza que tienen los que no sueñan”.
HUMORISMO Y CONOCIMIENTO
Tercera: El humor juguetón, que le quita el saco y corbata a los textos para dejarlos salir a jugar, como diría Julio Cortázar, sin que pierdan por eso sus prístinas maneras: preservando la hondura de pensamiento. Ejemplo:
“Los moralistas tienen algo en común: todos esconden el refajo”.
Cuarta: Elegancia literaria como herramienta de estudio. Demuestra que el camino de la ficción conduce a realidades tan válidas como las del pensador o científico. Que el cerebro creativo es, al igual que el lógico, una herramienta útil para buscar la verdad. Ejemplo:
“Eso que se evapora y se vuelve ceniza, no es el cigarro. Miremos con más detenimiento. Ese humo, ese residuo de colilla soy yo”.
El domingo próximo, veremos otros aspectos del libro “Caleidoscopio”, de David Pérez Núñez.