Estoy seguro de que algunos lectores pensarán que estoy loco al plantearme la interrogante que titula esta entrega. Pensarán que entrenar a las personas para hacerlas lectores literarios de calidad nada tiene que ver con economía, industria o comercio. Que ni un centavo gana una fábrica con tener gerentes capaces de descodificar y gozar complejos textos literarios de grandes poetas, cuentistas, novelistas, ensayistas.
Que en nada mueve las cajas registradoras de un comercio el hecho de contar con obreros o profesionales que sepan emburujarse con un texto barroco, surrealista, modernista, romántico, renacentista o clásico. Que una empresa en nada se beneficia con vendedores que conozcan y disfruten los aportes de creativos y estilizados músicos, pintores, escultores, escritores.
Pero, esa pregunta se parece a esta: ¿Aportaría algo la enseñanza del ajedrez en las escuelas como estímulo a la inteligencia de estudiantes y profesionales de las disciplinas científicas y técnicas?
Los empresarios saben que se gana, pero no saben que lo saben. Porque entienden bien que mientras más educado está su personal más se multiplican las utilidades. Les falta descubrir una verdad que vive dentro de esa: el entrenamiento y entretenimiento en la lectura de textos creativamente sofisticados estimula la capacidad de resolver problemas en la fabricación, comercialización y promoción de mercancías.
MEJORES LECTORES LITERARIOS = MEJORES PROFESIONALES
DEL DISEÑO Y CREACIÓN DE SOLUCIONES MERCADOLÓGICAS
Tal vez haya países en el mundo donde se valore el arte como herramienta para entrenar el pensamiento, sentimiento, intuición e inteligencia, para mayores resultados en el ejercicio de la vida profesional de los alumnos graduados. Ojalá. Pero en nuestro país, los resultados indican que no es así. Prueba de esto es que generalmente cuando hablo con un ingeniero, médico, agrónomo, economista, abogado, arquitecto y otros profesionales, me doy cuenta de que para ellos, las artes no tienen mucha importancia. No conocen generalmente a los grandes músicos, escritores, pintores, escultores, coreógrafos, teatristas de su país ni del mundo.
Sin embargo, tal como es obvio que el ajedrez desarrolla la capacidad de sacar más provecho a la inteligencia, para enfrentar problemas de la vida diaria; ese mismo proceso y beneficios recibe la mente cuando un espectador aprende a interpretar obras de arte de distintos géneros; sobre todo las literarias, que son las más cercanas a los procesos del pensamiento analítico.
El ejercicio que hace un lector para penetrar los secretos de una obra de arte es tan necesario como el ajedrez para el desarrollo mental. Un cuento o poema analizado en su proceso de disfrute-aprendizaje enseña a volar al espíritu creativo, ver todo lo que es capaz de hacer su imaginación: analogías, comparaciones de situaciones, caracteres personales, solucionar dramas imprevistos con nuevas maneras, conocer las luchas de las clases sociales, problemas sexuales, sensuales, intuitivos, de pueblos, campos, ciudades, nacionalidades, costumbres, fenómenos históricos, geográficos.
Esto lo ayuda a comprender y vivir el mundo empresarial donde se desenvuelve como empleado o patrón, como técnico o profesional de alto entrenamiento. Conocer la unidad y diversidad del ser humano, valiosa herramienta para alcanzar la inteligencia emocional indispensable para el buen desenvolvimiento empresarial.
LECTOR EN LA FÁBRICA Y CHOFER QUE ENTENDIÓ A JOYCE
A mediados del siglo pasado, se existió en Cuba la tradición del lector. Una persona que, mientras los trabajadores hacían sus tareas, les leía a Martí, Shakespeare, Cervantes.
Estas lecturas debieron de hacerlos felices, inteligentes y productivos. Y lo serían más si también los hubiesen enseñado a interpretar y disfrutar obras de alta calidad en música, cine, teatro, literatura, pintura, escultura.
Cuando estudiaba en la UASD, conocí un chofer de las guaguas que nos transportaban que era gran lector. Daba gusto oírlo hablar de novelas, cuentos, poemas. Comentaba con inteligencia un libro tan complejo como El Ulises, de Joyce. Era un autodidacta que había educado su gusto.
El resultado es que era más correcto, puntual, respetuoso que los otros conductores.
LA PERSONA ENTRENADA EN APRECIACIÓN LITERARIA DESARROLLA UN PENSAMIENTO CRÍTICO, DEMOCRÁTICO Y ÉTICO
Obviamente, la lectura construye verdaderos ciudadanos y ciudadanas. Porque un lector maduro -creado por escuelas y universidades, de forma autodidacta o en cursos de apreciación literaria- desarrolla capacidad interpretativa, rico vocabulario; conoce la psicología y sociología del ser humano, la historia y leyes del mundo.
Tendrá pensamiento analítico, creativo, intuitivo, instintivo, meditativo, sereno. Será más compasivo, menos fanático y violento, más solidario y amoroso. Sabrá ponerse en el lugar de los demás, comprenderlos, respetarlos y trabajar en equipo.
En fin, será mejor para la economía e industria, el país y la humanidad.