POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Invitado a exponer en el «1er Panel Alexander Humboldt» celebrado el 21 de diciembre, 2004, en el Salón García de la Concha de la Universidad Intec, me tomé la libertad de hablar sobre Humboldt y su relación con la espeleología, mientras los demás componentes del panel: Graciela Azcárate, Manasés Sepúlveda y Brígido Peguero, lo hacían sobre otros aspectos del famoso científico.
Dados los aportes que en materia ecológica resultan de los trabajos de Humboldt, he creído interesante incluir algunos párrafos de esas exposiciones en esta entrega de «Ecología», la primera de este año 2005. Mi participación en el Panel realizado por Intec fue posible en gran parte gracias a la colaboración de la técnico geógrafa Iris Santos.
Estamos hablando de una persona de hace 235 años, y de una época en la que apenas 277 años antes la población de la mitad del mundo terrestre no conocía de la existencia de la mitad del mundo terrestre, tenía todavía ideas extravagantes sobre las tres cuartas partes del planeta, cubiertas de agua y mucho menos sabía algo del mundo submarino.
Estamos hablando de una persona de una época en la que todavía las cuevas eran consideradas respiraderos del infierno, hábitat de dragones y vampiros, y ventanas hacia un mundo desconocido y misterioso. Un mundo del que Leonardo Da Vinci, una de las personas más eruditas sobre cultura general en la historia de la humanidad, se había referido como receptáculo de misterios; él, que a todos los misterios les buscaba iluminación.
Es probable que influenciado en su educación por el naturalista y antropólogo Johann Blumenbach -autor de «De Generis Humanis Varietate Nativa», en 1775- haya sido inducido no a la búsqueda de cuevas, pero sí a la apreciación de sus interrogantes en relación con el uso dado a éstas por los humanos.
De su paso por Venezuela refieren sus biógrafos: «Fascinados por las bellezas de las costas de Venezuela, deciden adentrarse en el país y casi dos meses después de permanecer en Cumaná y sus alrededores, el 4 de septiembre de 1799, se internan en el Valle de Cumanacoa y llegan a la antigua misión de San Fernando. Pernoctan allí y atraviesan luego las faldas del Turumiquire, hasta llegar al Valle de Caripe.
«Tuvieron que luchar contra una naturaleza hostil e hicieron el viaje por el Macizo Oriental en mulas o a pie en condiciones laboriosas, si se toma en cuenta que tenían que colectar y estudiar plantas, animales, rocas y otras muestras, además de transportar pesados y delicados instrumentos de medición».
Fue en Venezuela, en la Cueva del Guácharo, donde Humboldt realiza para la Ornitología, una valiosa contribución, al descubrir un nuevo género y especie de ave: Steatornis caripensis, popularmente llamada «Guácharo». Humboldt hizo excelentes dibujos de este animal al salir de la gruta, utilizando dos guácharos que había matado Bompland.
Armando Goujaud Bompland fue el compañero de viaje de Humboldt, un naturalista francés que acompañó a éste durante todo su periplo en América y que se encargó de la clasificación de las muestras botánicas y zoológicas colectadas.
Es importante destacar en este punto que tanto Humboldt como Bompland estaban trabajando en la clasificación botánica y zoológica con un sistema que, para cuando llegaban a Venezuela, apenas tenía 60 años de hecha su primera publicación. Es decir, que lo que estaban haciendo Humboldt y Bompland estaría destinado también a enriquecer el sistema de clasificación hecho por el sueco Carl Von Linné, mejor conocido como Carlos Linneo.
La influencia de Carlos Linneo y su «Systema Naturae» de seguro cayeron sobre Humboldt como una especie de luz de destino, como ocurrió con un grupo de exploradores que exaltados con el «Systema Naturae» de Linneo salieron indistintamente a diferentes puntos del planeta.
Linneo, «hizo arreglos para que sus estudiantes fueran enviados en viajes comerciales y de exploración a todas partes del mundo: 19 de sus estudiantes salieron en estos viajes de descubrimiento. Quizás su alumno más famoso sea Daniel Solander, quien fue el naturalista a bordo durante el primer viaje alrededor del mundo del Capitán James Cook, y trajo a Europa las primeras colecciones de plantas de Australia y del Pacífico Sur. Anders Sparrman, otro de los alumnos de Linneo, fue botánico durante el segundo viaje de Cook.
Otro alumno, Pehr Kalm, viajó durante tres años por las colonias británicas en América nororiental, estudiando las plantas americanas. Otro, Carl Peter Thunberg, fue el primer naturalista occidental que, en más de un siglo, visitó Japón; no sólo estudió la flora de Japón, sino que enseñó medicina occidental a practicantes japoneses. Otros de sus alumnos viajaron por América del Sur, Asia sudoriental, Africa y el Medio Oriente. Muchos murieron durante sus viajes.
(Sobre Humboldt y las cuevas me remito a mi artículo en esta misma edición del periódico HOY de la sección «País Bajo Tierra»)
¿QUÉ MOVIÓ A HUMBOLDT A SUS ANDANZAS?
Ahora; ¿qué fuerza impulsó a Humboldt y Bompland a emprender semejante travesía? ¿Qué aliento movieron a hombres como Plinio el Viejo? Plinio el Viejo (Cayo Plinio Cecilio Segundo) se encontraba tomando tranquilamente el sol cuando le picó la curiosidad, casi dos mil años antes de ahora, el noveno día antes de las calendas de septiembre, al ver a lo lejos los primeros intensos nubarrones del Vesubio. El volcán llamaba a gritos la atención, y un naturalista como Plinio no podía pasar por alto tal atractivo… y murió asfixiado por los gases del volcán en busca de los conocimientos que en el 79 después de Cristo no creía poder obtener desde donde tomaba el sol. Los conocimientos recopilados por Plinio el Viejo suman 37 libros de su «Historia Natural».
Linneo, por ejemplo, a pesar de encontrarse restringido económicamente, organizó un expedición botánica y etnográfica a Laponia en 1731, mezclándose con lapones y otras etnias, vistiendo en ocasiones una versión lapona de ropa tradicional y cargando con un tambor de brujo. Luego, en condiciones similares en 1734, organizó otra expedición hacia Suecia central.
Heinrich Schliemann, quien encontró las sucesivas ciudades de la Troya Homérica, asediado por el paludismo, pero enamorado de las joyas de la Helena de Paris y Príamo para entregarlas a la mujer que el amaba.
Vere Gordon Childe, quien escalando en rocas grabadas de antiguas culturas encontró la muerte al caerse en las montañas de New South Wales ya como con 70 años de edad, ya retirado de su cargo como Director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres.
¿QUÉ IMPULSÓ A ESTOS HOMBRES?
El pensamiento de Alejandro de Humboldt también profundizó en los problemas sociales. Fue un abierto enemigo de la esclavitud y combatió toda forma de opresión y discriminación. Bolívar solía decir de Humboldt: «Descubridor científico del Nuevo Mundo cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los Conquistadores juntos».
El 6 de mayo de 1859 se apagó esta vida extraordinaria y sus restos fueron sepultados en el panteón de Tegel, al fondo de un hermoso bosque.
Eminente científico, se formó en física en la Universidad de Gontingen y en Geología en Friburgo, además de astronomía, botánica y meteorología. Interesado en la exploración del continente americano, en 1779 obtiene el permiso del ministro español Urquijo para emprender un viaje científico en compañía de A. Bompland. De su periplo americano queda una ingente cantidad de obras científicas que ayudaron a comprender la realidad americana en muchas de sus vertientes. En 1800 remontó el río Orinoco y estableció la conexión de éste con el sistema amazónico, ya defendida por La Condamine. Viajó a Cuba, sobre la que escribirá una obra de corte político. Se entrevistó con Mutis y Caldas y analizó las corrientes del Pacífico. Es autor del primer estudio completo y riguroso de la Geografía de América. Descubrió el uso del guano como fertilizante y determinó la existencia de una línea de conexión entre los volcanes americanos. Determinó también el descenso gradual de la temperatura en relación con la altitud y el de la intensidad magnética en función de la distancia al Polo. Observador de las poblaciones, sus escritos se consideran un antecedente inmediato de la Geografía Humana, interesándose además por el estudio de las culturas prehispánicas. Tras visitar Estados Unidos en 1804 y entrevistarse con Jefferson, vuelve a Europa ese mismo año, promoviendo nuevas expediciones científicas. En 1808 mantendrá una entrevista con Simón Bolívar. Su obra es inmensa en calidad y cantidad, asentando los inicios del posterior desarrollo científico americano al promover la realización de obras y estudios de los científicos locales sobre la realidad de sus propios países. Su doctrina social y política influirá también en el pensamiento de muchos líderes independentistas, proceso que observará detenidamente y con curiosidad. Fallece en Tegel en 1859, legando una obra rica en variedad y sobrada de calidad.