Nos quejamos, con sobradísimas razones de cómo nuestros ríos están siendo profundamente lastimados con la extracción de materiales para producir gravas y arenas. Es un verdadero ecocidio que, en la práctica, ha tenido el visto bueno de las autoridades.
Posiblemente, a muchos dolientes del daño que se hace a nuestros ríos olvidan que es, en esencia, el modelo urbano y de “modernización” que estamos ejecutando el responsable de la agresión que granceros y constructores aplican a nuestras fuentes de agua.
Ahí están, enhiestas y con arquitecturas deslumbrantes, las modernas edificaciones que en las últimas cinco décadas hemos estado levantando en las principales provincias Este modelo basado en la construcción, eje de las políticas públicas de nuestros gobiernos desde 1966, es el eje central que estimula a que por más de 60 años nuestros ríos estén siendo agredidos de manera permanente y por doquiera. país y, sobre todo, en la Capital de la República. Además de estos edificios, hemos de registrar las avenidas y autopistas que serpentean al interior de las ciudades y entre ciudades en casi toda la nación.
Este modelo basado en la construcción, eje de las políticas públicas de nuestros gobiernos desde 1966, es el eje central que estimula a que por más de 60 años nuestros ríos estén siendo agredidos de manera permanente y por doquiera. Otra fuera la historia si los responsables de esas políticas se hubieran sentado desde el principio para razonar sobre el factor “materiales de construcción” y hubiesen diseñado y puesto en práctica unos protocolos dirigidos a proteger nuestras fuentes acuíferas.
Pero como dice la canción, lo pasado es pasado. Nos toca ahora mirar hacia adelante y considerar que ni el país puede dejar de construir, ni los ríos pueden seguir recibiendo las agresiones de que han sido víctimas.
Las autoridades de Medio Ambiente, de Obras Públicas, del Colegio de Ingenieros y Arquitectos y los constructores de viviendas –individuales y organizados—deben juntarse para hablar, para escucharse y buscar una solución razonable a la extracción de “materiales de construcción” de los ríos.