Presión. Para que haya compromisos internos
El director general del Instituto Nacional de Migración, Wilfredo Lozano, consideró que la crisis haitiana actual es la más delicada luego de la salida de Duvalier y el golpe militar contra Jean Bertrand Aristide.
Expresó que la situación de hoy en día es más difícil por la subversión o desmoronamiento de las condiciones mínimas del orden político-institucional.
En segundo lugar, por la creciente pérdida del control del territorio por parte del Gobierno y en poder de las bandas armadas.
Afirmó que si bien los grupos armados no son nuevos, en esta ocasión tienen mayor control y condicionan decisiones del Gobierno. “Este es un tema que justifica la preocupación del Gobierno ante lo que pasa en Haití”, dijo.
Advirtió que otro punto con las bandas es que en la medida que ganan poder se convierten en actores políticos de una u otra forma beligerantes por sus lazos que tienen con grupos de poder interno.
“Es un asunto muy complicado, bastante complejo, y estamos aprendiendo todo, porque esta es una situación nueva que se une a una situación mundial en la que los Estados Unidos han perdido poder, donde no se puede hablar de un mundo unipolar y hay diversos polos de poder, no solo económico, sino incluso militar, y esto obliga a una lógica de equilibrio en las presiones que se pueden generar desde fuera hacia Haití. Equilibrios precarios, difíciles, que complejizan el potencial de esas presiones hacia Haití”, acotó.
Desinterés
Para Lozano la comunidad internacional no va a interesarse por esta situación y sugiere generar capacidades regionales para presionar por una alternativa, ya sea vía de la Organización de Estados Americanos (OEA) o de las Naciones Unidades.
Entiende que la desidia internacional tiene que ver con varios factores, entre ellos el desinterés de Estados Unidos, que es el líder político de la región, lo cual desestimula la motorización de acciones cooperativas entre los países.
También que desde Estados Unidos, Canadá y Francia hay una particular manera de leer la realidad insular.
“El tercer punto es el de la recurrencia de la actitud política de las élites de Haití que parecen tener una formidable vocación para el no acuerdo, para evadir el compromiso”.
Lozano señala que sin ser partícipe de una intervención, algo tendrá que hacer el sistema de naciones para frenar ese derrumbe de la nación haitiana.
“Esto va a implicar la toma de decisiones fuertes que frenen esa situación, la forma en que se materialice, yo no la conozco, pero el punto mas importante en el futuro inmediato no es tanto el planteo de la posibilidad de intervención, sino la presión para obligar a las élites haitianas asumir compromisos internos”.
Cree se debe buscar una mediación, porque por más control externo que pudiera existir, sin actores internos no habrá solución a largo plazo para la estabilidad que se requiere.
Lozano defiende la línea del presidente Luis Abinader de insistir en el apoyo internacional, ya que la República Dominicana no puede cargar con los problemas de Haití.
También la política de seguridad en la frontera, no solo por el despliegue militar, sino el fortalecimiento de las capacidades de control.
No obstante, considera que hay que avanzar más para evitar que esta crisis genere consecuencias permanentes desde el punto de vista del sostenimiento de la política de seguridad fronteriza.
Expresó que se debe humanizar e institucionalizar la política de movilidad de las personas en la frontera y aunque afirma que se han dado pasos en ese sentido, han sido tímidos.
Favorece que haya una integración de los cabildos de ambos países, lo cual no se ha hecho por la visión centralizadora del Gobierno nacional.