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Ciertamente en muchas ocasiones
las personas me han preguntado:
Quién soy yo…
Y aunque intentare responder
con sinceridad os digo
que es complicado decirlo…
Veamos Yo soy:
La suma
de los atributos de mis padres…
El resultado
De mis actos, mis experiencias…
Soy una combinación de
palabras, posturas, hábitos…
Soy único…
Soy diferente…
En una palabra Yo Soy Yo…
Y no lo describiría de otra manera… Peter 13
Hacemos entrega de la segunda parte de la presentación de mi querido Edwin Espinal durante la entrega que me hicieron del premio “Eugenio Deschamps” auspiciado por la Sociedad Amante de la Luz de Santiago el día 26 de septiembre de 2019. Como señalé en la entrega anterior, quise transcribir una gran parte porque mi joven amigo hizo un trabajo minucioso y hermoso. He aquí la última parte.
“Desde su retorno al país hace más de 30 años se ha dedicado a escribir libros, y artículos en periódicos y revistas. En esa labor ha tomado conciencia de sus limitaciones y determinaciones:
“…a pesar de no haberme detenido nunca, me doy cuenta que mientras más investigo, mayor es mi conciencia de que el universo del conocimiento es más que infinito. Y que llegaré al final de mis días sin poder cumplir con larguísima lista de pendientes. Pero lo más importante es la lección que me dio Ruggiero Romano: estar siempre inconforme con lo que hacemos. Indagar, preguntar, investigar y buscar respuestas. No aceptar como válidas las afirmaciones y conclusiones a que han llegado otros. Y sobre todo a respetar el trabajo intelectual serio y tesonero”.
Su tesis doctoral, Ulises Heureaux. Biografía de un dictador, fue su primera obra, publicada por INTEC en 1987. En este trabajo intentó buscar explicaciones acerca del fenómeno de las dictaduras del siglo XIX en América Latina, llamadas positivistas o de fuero y progreso, caminos sobre la inserción latinoamericana en el mundo capitalista, y sobre todo, cómo se había producido el desplazamiento de España para dar paso, en el mercado latinoamericano, primero a Inglaterra y Francia y luego a Estados Unidos. Su clave esencial radica en revelar cómo una figura nacida de los más bajos estratos sociales pudo convertirse en el gran conciliador del capital nacional y extranjero en República Dominicana.”
Aquí comienza Edwin a mencionar la lista de libros que he publicado a partir de 1999. En total suman unos 20, si se suman los que he hecho sola y los que he publicado con otros autores. Finaliza su discurso de esta manera, y esa parte realmente me emocionó:
“Otros textos suyos no corresponden al ámbito de la historia: “¡Yo soy Minerva! Confesiones más allá de la vida y de la muerte” es un monólogo teatral, premiado como la mejor obra de teatro llevada a escena en 2003, y «De dónde vengo», publicada por la editorial Norma en el año 2007, es un texto autobiográfico. Lo mismo puede decirse de los artículos de su columna “Encuentros”, publicada en el suplemento sabatino Areíto, del periódico Hoy. Pero estos trabajos no son de extrañar si nos atenemos a su testimonio:
Soy una mujer, quien, aun estando compuesta de carne y hueso, el principal elemento que la define es la PALABRA. Sí, ya lo he dicho, estoy hecha de palabras. Soy la palabra escrita desde el alma y los sentidos, para expresar lo que siente, duele, ama, detesta, molesta o admira. Pero también estoy hecha de las palabras que nacen del cerebro, de mi curiosidad natural de conocer, de aprender cosas nuevas.
(…)
Vivo a través de las palabras que siento y pienso. Vivo a través de las vivencias cotidianas expresadas en versos y párrafos que se desangran al compás de mis pasiones.
Vivo a través de las palabras que escribo cuando descubro la magia de una información desconocida, cuando después de sentirme en la bruma existencial de no saber cómo enfocar una investigación. Cuando al fin puedo aclarar mis ideas y expresarlas de forma coherente, soy una mujer feliz y me sumerjo en el éxtasis de escribir, olvidándome del tiempo y de todo cuanto me rodea.
Escribir es un don, es una pasión, es una forma de existir.
Como presidente de la Academia Dominicana de la Historia, el Dr. Julio Genaro Campillo Pérez promovió su ingreso como miembro correspondiente de esa corporación, en la que alcanzó la calidad de miembro de número en el año 2000, momento cumbre de su producción escrita. Con esa investidura fue secretaria, vicepresidenta y tesorera de tres directivas hasta que en 2016, luego de 85 años de presidencialismo masculino, se convirtió en la primera mujer en presidirla hasta este año 2019, ejerciendo sus funciones con pasión, entrega y responsabilidad.
Defensora de los derechos de la mujer y de su participación política y social, ha proclamado que solo defenderá y estará al lado de las “mujeres peligrosas”, de las que piensan con cabeza propia y que se niegan a seguir los pasos trillados que imponen los hombres con poder.
Y abuela sin haber sido totalmente madre, está consciente de que vive el inicio de una maravillosa y temible vejez, porque como escribió “cada día que pase es un acercamiento más a la postrimería de nuestras vidas”. En este nuevo rol junto a su esposo de 25 años Rafael Toribio, ha descubierto que el mundo de los adultos es muy aburrido y que “pocas cosas son tan hermosas y gratificantes como los abrazos, los besos mojados, los tirones de pelos, las llamadas de atención que los niños nos ofrecen de forma gratuita y sincera. Nada, nada, nada puede ser más importante que las sonrisas, los abrazos y los besos mojados y pegajosos de los niños que nos hacen redescubrir el amor sincero, sin traumas, trabas o interés de ningún tipo”.
Sé que el abuelear no la alejará de la historia, pues como ella misma ha dicho “escribir es una forma de vivir”. Sé que tiene claro que no ha dado a la luz su mejor libro, porque como me ha aconsejado, “el mejor texto de cada escritor, investigador o historiador todavía no ha sido escrito, ni se escribirá nunca, porque la perfección es un sueño y una aspiración, porque somos humanos y perfectibles, porque las ideas y el pensamiento evolucionan constantemente”. Aspiro, sin embargo, a leer los nuevos volúmenes que de seguro ya deben bullir en su cabeza. Sé que los espíritus inquietos como ella no descansan nunca.
“Todo lo que saca a la luz el esfuerzo de un hombre, aunque sea por un día, me parece saludable en un mundo tan dispuesto al olvido”, escribió Marguerite Yourcenar en “Memorias de Adriano”. El Premio Eugenio Deschamps a Mu-kien Adriana Sang Ben saca a la luz su esfuerzo intelectual como historiadora, docente y escritora, el cual me he permitido presentarles esta noche. Enhorabuena.