Los comportamientos sociales en periodos de crisis son tipo burbuja
La República Dominicana se encuentra en una burbuja social: endeudamiento, inflación y agiotismo, especulación, reforma fiscal, vacunación de la población, agotamiento sanitario, conflicto en el sector salud, justicia contra la corrupción, desesperanza, aumento de salario, malestar general, conflictos en el sistema político etc.
Todos estos indicadores establecen una burbuja social que, debe el Gobierno saber manejar, gerenciar y buscarle soluciones al menor conflicto. Diríamos que todo ha llegado junto: pandemia, crisis económica, desempleo, falta de controles por años, debilidad institucional, déficit, baja presión tributaria y, sobre todo, muchas expectativas de una población en desmoralización con desesperanza.
El olfato político y el tacto infieren prudencia, debido a los conflictos en Chile, Colombia, Perú y Nicaragua. Es decir, América Latina es recurrente en vivir en un péndulo político, en crisis permanente, en falta de gobernancia y gerencia público-privado.
Los gobiernos y Estados que se han dejado seducir por burócratas y consejeros de cuartos fríos de organismos crediticios, el costo ha sido social y político.
Así mismo, los que se han dejado presionar o aconsejar por técnicos y burócratas sin olfato político han metido a sus países en crisis, como los problemas recientes de Colombia, que en medio de pandemia, inflación, dolor, muerte, desempleo, plantea una reforma fiscal cargando a la clase media, media baja y a los pobres; resultado, crisis social y política.
Los comportamientos sociales en periodos de crisis, son tipo burbujas: por impotencia, desesperanza, frustraciones, resentimiento social, enojo crónico, ira, insensibilidad social, depresión, insatisfacción crónica y en actitud de rebeldía desfocalizada.
Por otro lado, existe una clase media en picada, endeudándose, perdiendo activos, asfixiado y angustiado por mantener su estatus social. Pero, la inequidad y las oportunidades de crecimiento se mantienen en los mismos sectores que, para mal, se van haciendo menos sensibles, exponiendo al Gobierno y a ellos mismos a conflictos que de mantenerse, generan crisis sociales.
En los países de alta inequidad social, de desigualdades y de servicios precarios, la población va acumulando altos niveles de conflictividad. Las dictaduras en su época, lo resolvían con controles, temor, miedo, intimidación, muerte, etc. Ejemplo, Venezuela, Nicaragua, se encuentran dentro del comportamiento de control y restricción de libertades, y con una población más empobrecida y de altos niveles de desesperanza.
En nuestro país hay estabilidad política, libertad, derechos civiles y políticos, pero la burbuja se siente y se debe ser muy táctico, observador, conciliador y buscar formas de activar la economía y el empleo en medio de una crisis.
Para activar el consumo se deben realizar pequeñas obras en los pueblos, y en sectores que lo necesitan, la construcción dinamiza el mercado. Optimizar el cobro de la evasión fiscal que ronda el 40%, antes que plantear reforma. Poner a conciliar el sector salud, en vez de permitir que se destabilice, cuando sabemos que es insostenible con la Ley de salud, ejemplo Chile y Colombia.
Hay que buscar parar la inflación, la especulación y la burbuja en los precios de la comida, materiales de construcción, alimentos y medicina. Si se deja al libre mercado y a las medidas neoliberales; es de esperarse que va continuar la burbuja social y los comportamientos sociales pueden ser de más conflictividad.
La pandemia ha tenido olas de salud y de salud mental; con una población en pánico, ansiedad, depresión, con aumento de alcoholismo y drogas ilegales, disfunción familiar, divorcios y problemas sociales de todo tipo; se impone crear y dar señales de esperanza, de optimismo, positivismo, de confianza y de compasión en todos los sectores.
A nadie le conviene una burbuja social ni comportamientos impredecibles en las adversidades de pandemia.
Olfato político y tacto infieren prudencia, por los conflictos en Chile, Colombia, Perú y Nicaragua