Desde ya que algunos besos fueron lo que el viento al mar
Veo al ras de los afectos y comprendo cosas de mi personalidad
Y ahí lo ves cómo pasa todo, es tu alma y la razón
Que te quieren, que te pisan, es tu alma y la razón.
Veo al ras de los anhelos ,mis relieves formaré,
Desde ya que sin los miedos ,el deseo si es inseguro pierde verdad
Y ahí lo ves como pasa todo, es tu alma y la razón
que te quieren, que te pisan, es tu alma y la razón. Esas cosas, Valentín Alsina
Después de releer lo que mis dedos escribieron la semana, me di cuenta que cuando ellos se guían solos, no se percatan de los errores. Fruto de las lágrimas traviesas que cruzaban por mis mejillas, no percibí algunas incongruencias. Me perdonan por favor.
Hoy, un poco guiada por la razón, que siempre me traiciona, cuando solo quiero ser sentimientos, estoy más tranquila. Entendí después de las lágrimas, que la razón se asoma para dar sentido a lo que nos ocurre. ¿Por qué el llanto? ¿Por qué no hacer un artículo académico que cuesta menos, pues es solo razón y conocimientos lo que prima? ¿Por qué dejar fluir mi alma? ¿Por qué? ¿Por qué? Decidí desnudar mis sentidos, a pesar de la oposición de algunos, pues defiendo el derecho fundamental a estar triste, para después reconocer con risas la alegría y la paz.
Decidí observar, pensar y repensar incluso lo que he dicho y he escrito. Confirmo que solo el amor verdadero por la humanidad puede transformar el mundo. Aquellos que a través de la historia han hecho sus aportes, es porque solo les ha importado el compromiso, incluso más que su propia vida.. Los ejemplos sobran. Estas frases de la Madre Teresa de Calcuta lo resumen de manera magistral:
“No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con gran amor.”
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.”
Tengo más de dos décadas haciendo el mismo trayecto para venir a la universidad, la PUCMM, donde laboro. En mi corto-largo-viaje desde mi casa al trabajo, hay personajes que adornan el trayecto, pero la mayoría y entristecen. Hoy me encontré con la señora que está siempre en el cruce de la Sarasota con Churchill- Ella sigue pidiendo, implorando, por un poco de dinero. Hemos envejecido juntas. Ella continúa descalza y harapienta, con su bolsa negra de basura doblada debajo de su brazo derecho para poder levantar la mano por una limosna. Su pelo es color tierra, las canas han sido cubiertas con el tinte improvisado del polvo que trae el viento. Sus ojos ya no tienen expresión. Dicen que el dinero lo usa para ahogar sus miserias en alcohol. Por eso su semblante es más lúgubre producto de años de mala alimentación y mucho ron. El ejecutivo de la avenida 27 de Febrero, que se viste de burócrata, ya no consigue nuevos trajes. Los que tienen ya están harapientos y muy sucios, pero él sigue soñando con la idea de que es un jefe que manda a una gran tropa en la oficina imaginaria de sus miserias. El otro “limpiador-ensuciador de autos” con pelo multicolor ya está acabado por las drogas. Está tan desmejorado que ya no dibuja la sonrisa que nos alegraba el día, y ya es incapaz de contagiarnos con su energía. Hoy es un ser taciturno y triste, con un cuerpo maltratado y casi deshecho.
Mucho se ha hablado de la pobreza. No sé cuántos estudios han escrito los técnicos de los organismos internacionales. Se han realizado cientos de cenas costosas y lujosas para financiar proyectos. El discurso de los políticos que están en el gobierno que asegura con energía y seguridad haber disminuido los índices de pobreza, como escuché anoche una entrevista interesantísima de Andrés Oppenheimer con el Presidente de Argentina el Sr. Mauricio Macri, quien dice que nunca antes en ese país se había disminuido tanto los indicadores de pobreza en tan poco tiempo. Y están los de la oposición no tienen otro argumento que decir que ni ese gobierno ni los demás de América Latina han reducido la pobreza.
Lo cierto es que la razón a veces explica lo que la realidad nos presenta, explica y desmenuza lo inexplicable. Pero otras veces busca justificar lo injustificable. Solo el amor transforma. Solo el compromiso es capaz de mover montañas. Estos seres que han pasado sus vidas en las calles, viven sus vidas al margen de los discursos. Su horizonte es el hoy, el momento. El pan que pueden conseguir con las limosnas de los transeúntes. No creo que a ellos les importen las estadísticas pues no fueron incluidos en el grupo de los que fueron beneficiados con la susodicha reducción de esa pobreza libresca de la que todos hablan.
Yo me cuestiono por esta humanidad que vive en los extremos absurdos: la opulencia infinita, agobiante y aberrante, y la miseria y el abandono más absoluto y más triste. ¿Acaso no somos humanos todos? ¿Qué pasa con este mundo en el que el poder político, el poder del dinero ha obnubilado la razón y endurecido al corazón? ¿Qué pasa con este mundo que está invertido?
Importa más proteger el dinero que preservar el planeta tierra, nuestro propio hábitat. Importa más destruir recursos naturales si esto ayuda nuestras propias arcas de dinero. Importa más mentir, si con eso ganamos votos, aunque la mentira se evidencia a todas luces. Importa más el YO que el NOSOTROS. Importa más la riqueza que la palabra. Importa más ganar la guerra que destruir vidas completas.
Abogo por una razón humanizada. Abogo por el conocimiento bañado de humanidad. Abogo por los estudios que se conduelen de los abandonados de siempre. Abogo por la unidad del alma y la razón, por eso estoy en contra de la dualidad cartesiana: Alma versus razón.
Ya lo he dicho, lo repito nueva vez. Mi alma se duele con los abandonados de siempre, con los niños de la guerra, con los despojados de sus tierras que huyen despavoridos y nadie los quiere acoger. Me duele esta humanidad que se auto destruye. Me duelen las intolerancias. Me duelen las hipocresías. Me duele el alma y hoy, como la semana pasada, me acogí al derecho de estar triste.