Washington, EE.UU. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, cumple hoy los 100 primeros días de su mandato, tres meses que han puesto a prueba su liderazgo con crisis internacionales de gran envergadura como la que mañana le llevará a la frontera de Colombia y Venezuela.
Veterano diplomático, Almagro ha tratado de sortear las limitaciones de su cargo y la división que bloquea a la OEA con una política más de hechos que de palabras en la que las visitas sobre el terreno han reemplazado a las grandes declaraciones.
La última señal de su estilo como líder la ha dado con la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela- se ha medido al milímetro en sus pronunciamientos pero mañana estará en la ciudad colombiana de Cúcuta para conocer de primera mano la situación de los deportados.
Esa potente imagen, que con toda probabilidad irritará a Venezuela, ha sido el gran consuelo de Colombia después del doloroso fracaso diplomático que este lunes le llevó a perder a última hora y por un solo apoyo la votación para convocar una reunión de los 34 cancilleres sobre esta crisis.
Para muchos observadores, entre ellos uno tan inusual como el diario The Washington Post, ese día la OEA volvió a decepcionar al rechazar abordar la crisis internacional más acuciante del continente cuando es el único organismo que aglutina a todos los países, salvo Cuba.
En esa reunión del Consejo Permanente quedó patente también que Almagro está lejos de conseguir una de sus grandes metas- devolver relevancia a la OEA en un contexto de alianzas regionales en ascenso como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).