Por Jacinto Pichardo Vicioso
El Altar de la Patria, lugar emblemático conocido originalmente como Baluarte de San Genaro, luego Puerta del Conde, es un ícono de gran de valor histórico y cultural para nuestra Patria; por lo que resulta importante reconocer la trascendencia de esta monumental obra.
Esta edificación se construyó en el siglo XVII y es mucho más que una simple y sencilla fortificación colonial española; es el solemne lugar donde los dominicanos fueron convocados bajo el impulso, desde la vecina Puerta de la Misericordia, del disparo heroico de Ramón Matías Mella, la noche del 27 de febrero de 1844.
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En este punto luminoso se izó por primera vez la Bandera Nacional dominicana, aquella que concibió Juan Pablo Duarte en su juramento, que las manos de Concepción Bona, María Trinidad Sánchez y María de Jesús Pina confeccionaron, y Francisco del Rosario Sánchez llevó a los cielos de la Patria, allí donde “los libres el verbo encarnó”.
Además de que en las letras del Himno Nacional dominicano se resalta esa fortificación o «Baluarte», de igual modo se pone de relieve en el dorso del billete o papel moneda de la denominación de cien pesos dominicanos (RD $100.00), en el cual figura la imagen de este singular monumento patrio que, siguiendo la tradición consigna “Puerta del Conde”, en lugar de “Altar de la Patria”, que es lo que hoy corresponde.
El navegante y cartógrafo Bartolomé Colon, hermano de Cristóbal Colon, descubridor del Continente Americano, fundó en la margen oriental del río Ozama, el puerto de Santo Domingo y su villa “La nueva Isabela”, en 1496.
El gran conquistador y colonizador Nicolás de Ovando, como gobernador de “La Española”, en 1502 traslada la ciudad al otro lado del río Ozama (margen occidental) y le llama Santo Domingo; la concibió como ciudad medieval, su plaza, sus dameros, su iglesia, su fortaleza y su muralla; una pequeña muralla que solo servía para proteger la ciudad de los ataques de los indígenas.
Más tarde, de 1533 a 1544, luego de los ataques y amenazas de los corsarios, se construyeron nuevas fortificaciones, donde actualmente se conservan, según el escritor dominicano Luis Alemar (1), las cuales fueron construidas por Alfonso de Fuenmayor, presidente de la Real Audiencia de la Colonia. Para 1569 la muralla no se había cerrado, de acuerdo a los datos de Fray Cipriano de Utrera (2).
El gobernador Antonio de Osorio, en una comunicación al rey de España, de fecha 10 de enero de 1608, recomendaba derribar la primera o vieja muralla y con ese material terminar la nueva muralla, conforme a los datos ofrecidos por J. Marino Inchaustegui en la colección Histórico-Documental, Trujilloniano (3).
Según el ingeniero José Ramón López-Penha, en su libro “Porque Santo Domingo es así”, publicado por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, en 1992, en su página número 81, dijo que la construcción de la muralla duró 88 años y se terminó el 16 de febrero del 1631.
A lo largo de la historia, esta fortificación, adosada a la muralla de Santo Domingo, hoy capital de la República Dominicana, ha tenido diferentes nombres:
1- “Puerta de San Genaro”: fue el nombre dado en los inicios, aunque, popularmente, fue conocida como “Puerta Cerrada” hasta 1655.
2- “Puerta del Conde”: esta manera de identificar este monumento obedece a su vinculación con el conde de Peñalba, Bernardino Meneses de Bracamonte, pues este, en una carta dirigida al rey de España, de fecha 3 de abril del 1655, solicitó mejorar y abrir la fortificación. A partir de esta fecha y, por la heroicidad evidenciada en la batalla contra la invasión de los corsarios ingleses, el almirante William Penn y el general Robert Venables, en 1655, fue llamada por la gente del pueblo “Puerta del Conde”.
3- En lo que respecta a la identificación como “Baluarte 27 de febrero”, desde 1883 hasta 1936, cuando se promulga la Ley número 1185, de fecha 19 de octubre de ese año, se designó este espacio como Baluarte 27 de febrero, «Altar de la Patria», en la Gaceta Oficial número 4956 del 24 de octubre del 1936. (Ver aquí Altar de la Patria)
En el contexto anterior, el pueblo dominicano debe resaltar el Altar de la Patria por sus valores propios; no solo porque reposan en el lugar, desde hace 32 años, los restos inmortales y venerables de los Padres de la Patria, sino porque ahí nació la República, ahí se dio el grito ¡Dios, Patria y Libertad! ¡Viva la República Dominicana!
Es una puerta muy emblemática para los dominicanos, con sus letras góticas en bronce y que se lee en latín «DULCE ET DECORUM EST PRO-PATRIA MORI», del poeta Romano Horacio que, traducido al español, dice “dulce y decoroso es morir por la patria”.
Descripción arquitectónica
La roca caliza empleada en esta construcción es una coralina que abunda en la zona, que con la presencia del agua y dependiendo su alcalinidad, tiende a degradarse o desintegrarse. La caliza es una roca sedimentaria y esta, en particular, de componentes orgánicos; es decir, de fósiles marinos.
La técnica de construcción que se empleó en esta edificación es de mampostería y tapia combinada, con piedras de sillerías y acomodadas de roca caliza.
Revocados del Altar de la Patria
El Altar de la Patria, antigua Puerta del Conde, ha tenido varios revocados: el pañete original que cubría las piedras exteriores; en el 1910 tuvo un revocado efímero de madera, luego la enredadera de hiedra que cubría toda la superficie exterior.
Para la conmemoración del Centenario de la Muerte del Padre Fundador de la República Dominicana Juan Pablo Duarte y Díez, en 1976, el arquitecto Cristian Martínez, encargado de la remodelación del parque Independencia, dejó vistas las piedras exteriores del Altar de la Patria; con esto se lograba resaltar este monumento y fue tan acertado que, cuando se inició el proceso de cobertura de las piedras, el pueblo dominicano reaccionó y protestó, de manera que se detuvo el remozamiento, en verdad, ya estaban cubriendo las piedras y los arcos. La hiedra y las piedras resaltaban la majestuosidad del Altar de la Patria y se marcaba diferencia con relación a los demás monumentos coloniales.
En conclusión, es menester que el Altar de Patria o antiguo Baluarte de San Genaro o Puerta del Conde se le otorgue el tratamiento y la dignidad de que es acreedor, con toda su solemnidad y majestuosidad, toda vez que tiene más el más elevado significado.
Recomendaciones para su preservación y conservación
Esta obra es muy vulnerable a la lluvia vertical y horizontal, a los vientos, al hongo, a la polución de los vehículos de motor, en especial los camiones que producen hollín y vibraciones.
Desde los tiempos del Imperio Egipcio, los templos eran revocados con rocas ígneas (granito) para protegerlos de la erosión. La roca ígnea es de origen volcánico; por esa razón es muy dura y resistente; gracias a los avances técnicos de hoy en día se está usando en superficies de mucho uso o tránsito como, por ejemplo, en escaleras, topes de cocina, mostradores, etc.
Es oportuno señalar que la clave es la piedra principal de un arco o bóveda, le llaman la piedra angular o el coronamiento del arco. El cierre en el arco es que recibe el mayor empuje o carga; es por lo que los constructores sabios usan una piedra más reciente, preferiblemente ígnea o de origen volcánico.
Con esta consideración no es que se sugiera un revocado de granito, pero sí de mármol de travertino que, por su parecido a la piedra coralina, era la que se usaba en las construcciones coloniales. La argamasa o mortero eran hechas de cal aérea y esa cal es un aglomerante que, una vez fraguado con la presencia del agua, pierde su resistencia; y, por tanto, la filtración de agua hace que las juntas de las piedras cedan y colapsen, el monumento que constituye el Altar de la Patria no escapa a este riesgo, tal como pasó en el portal del Palacio de Borgellá, donde los vientos de oeste a este, combinados con las lluvias del huracán George (1998) ablandaron las juntas de los fustes de las columnas y los arcos frontales y estos se fueron abajo o colapsaron.
Por otro lado, la clave del arco oeste del Altar de la Patria se está degradando, producto del agua que se filtra desde el techo, que puede ser, además, causado por el crecimiento de plantas de higo que se desarrollan entre las juntas de las piedras; otro elemento que gravita es la presencia del hongo que incide para hacer degenerar las juntas o argamasas.
Este monumento patriótico muestra deterioro con el discurrir del tiempo. Aunque esta parezca sencilla, en verdad se trata de la obra más significativa y emblemática de la Patria dominicana, ahí debe arder con la mayor intensidad la llama votiva de nuestra Independencia Nacional y ser restaurada para colocarla a la altura de un dignísimo ALTAR DE LA PATRIA.