Altruismo médico contemporáneo

Altruismo médico contemporáneo

En la populosa barriada de Cristo Rey, ubicada en la parte norte del Distrito Nacional, se destaca una institución de servicios de salud que trasciende el límite local para hacerse nacional e internacional, nos referimos a la Clínica Dr. Cruz Jiminián. Nuestros conocimientos acerca de la labor de dicho centro sanitario se remonta a las últimas décadas del pasado siglo XX.
Me enteré de que existía un programa de asistencia quirúrgica para los niños que padecían de una malformación congénita de la cara conocida como labio leporino. La corrección por medio de la cirugía se hacía de modo gratis, hecho que me llamó poderosamente la atención.
También me enteré de que las personas mayores con cataratas eran no solamente consultadas gratuitamente, sino de que además se le regalaban los medicamentos. Pasaba el tiempo y una mañana cualquiera recibí una llamada telefónica del Dr. Antonio Cruz Jiminián, quien me propuso hacerme cargo de los servicios de patología con la condición de que atendiera a sus pacientes que contaran con suficiente, poco, o ningún dinero. Ante tan sorprendente propuesta, no titubeé en aceptarla, pues no podía negarme ante el pedido de un altruista innato.
El Dr. Cruz Jiminian es una persona de trato directo, franco, abierto y sin dobleces. Optimista, confiado, decidido, incansable, emprendedor, siempre dispuesto a servir a los demás sin distingo de edad, sexo, nacionalidad, ni credo político. Inició la clínica en un edificio muy modesto; hoy son varios los edificios conjuntos que llenan una cuadra. Mas de un centenar de consultorios se mantienen abiertos al público; cuenta con emergencia y unidad de cuidados intensivos las 24 horas y los siete días de la semana. Alberga modernos servicios de laboratorio, rayos x e imagenología de última generación. Se realizan unos 30 partos diarios y toda una gama de procedimientos quirúrgicos. No conforme con todo esto, viaja al interior del país en jornadas de detección de enfermedades y tratamiento local de diferentes tipos de dolencias.
Circunstancias del azar me llevaron recientemente a visitar, en compañía de más de una cincuentena de colegas y amistades, el hogar del destacado galeno hipocrático. El excelente anfitrión, junto a su esposa y familia nos sorprendió por su polifacética personalidad. Cultiva y mantiene un hermoso, amplio y variado jardín donde tiene sembradas las más exóticas plantas que uno pueda imaginarse.
Especies orientales, frutas asiáticas, yerbas aromáticas y arbustos medicinales crecen allí cual si estuvieran en su hábitat natural. Con profundo sentido y compromiso ecológico, ha plantado unos doscientos árboles de sombra en la ribera del río Arroyo Hondo que corre por el traspatio de su casa. Su morada, al igual que la clínica son el producto de su diseño y construcción; se autoabastece de energía eléctrica a través de paneles solares con gran ahorro de recursos.
Este hombre consigue la cooperación de diferentes instituciones criollas y del exterior para expandir su capacidad de servir a los demás. Amante de las artes, la música y el folclor, se deleita, canta y baila sin temor; se apoya en el pasado para reafirmar el presente y proyectar el futuro. Nuestro personaje es sencillo y sincero en el trato humano, genera empatía y confianza. Sin decirlo, nos confirma la máxima de que dando se recibe.
Larga y fructífera vida para este modelo de servidor de la salud, antípoda genérico de la madre Teresa de Calcuta.

Más leídas