Sustentado en el argumento de que hay que satisfacer las necesidades básicas de más de 7,400 millones de seres humanos que habitan el planeta Tierra, los países más industrializados del mundo: Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia y Canadá, han desarrollado innovaciones tecnológicas con efectos positivos y negativos. Por ejemplo, hoy se producen más alimentos, más medicamentos, más automóviles, más viviendas, más electrodomésticos, más fuentes energéticas, más armas, más vías de comunicaciones, etc. Para hacer realidad cada uno de estos avances, ha sido necesario alterar y acelerar los procesos naturales de la Tierra.
Estudios procedentes de organismos internacionales han establecido que la crisis ambiental del calentamiento global es causada por varios contaminantes generados por actividades humanas. En este sentido, se concluye que las consecuencias del calentamiento global no solo inciden en la calidad de vida de los habitantes del planeta Tierra, sino que también afectan negativamente lo social, lo económico, lo político y lo medioambiental.
Es urgente acelerar la búsqueda de alternativas que sustituyan o disminuyan el uso irracional de contaminantes en los procesos de producción industriales. Nada ni nadie puede justificar el progreso humano, alterando y agrediendo la dinámica natural de los seres vivos sobre la Tierra. En el presente siglo, el calentamiento global se ubica como la mayor amenaza contra la sostenibilidad de la biodiversidad.
La ambición sin límites de muchas empresas y corporaciones mundiales, buscando mantener el control de los mercados y el deseo desenfrenado de acumular grandes riquezas materiales, está provocando un aceleramiento de los patrones naturales de la Tierra, los que a su vez inciden en el calentamiento global y en el cambio climático.