Amiga Lucila, alegría y muerte

Amiga Lucila, alegría y muerte

Tahira Vargas García

En la noche del pasado lunes 7 de abril sucedió un hecho que marcó un antes y después en la sociedad dominicana. La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set con el desplome de su techo que cobró la vida de muchas personas mientras bailaban y cantaban junto al afamado merenguero dominicano, Rubby Pérez (EPD). En esa tragedia muchas personas del país perdimos a seres muy queridos y de mucha trascendencia.

En mi caso, perdí a una gran amiga, Lucila Ramón y su hija Isaura. Lucila, una mujer que dedicó su vida al compromiso por la salud , seguridad alimentaria y bienestar de gran parte de la población infantil y adolescente del país desde su labor en el Programa Mundial de Alimentos, PMA, y desde labores voluntarias diversas en distintas comunidades.

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Ella recorría comunidades rurales y barrios urbano-marginales buscando generar cambios en las condiciones de población infantil con problemas de desnutrición y deficiencias alimentarias que contacto en muchas localidades. Igualmente, embarazadas adolescentes y adultas.

Lucila, oriunda de Elías Piña, vivió muchos hechos de desastres naturales en Honduras (donde estudió y vivió) y en el país con labores de rescate y asistencia a víctimas. Siempre estaba disponible para quienes la necesitaban y tenía expresiones de solidaridad, apoyo y afecto para quienes encontraba en su camino de vida.

El aprendizaje de vida que nos deja Lucila trasciende hechos y palabras. Su coherencia, sencillez, humildad y desapego se convirtieron continuamente en grandes desafíos para quienes interactuábamos con ella.

Lucila fue siempre un alma libre. Tenia la libertad de ser ella misma y de romper con las imposiciones presentes en la vida social que muchas veces son medios de coerción para las mujeres excluyéndolas de su esencia.

En sus roles de madre y abuela se mostraba una interacción horizontal y dialógica con sus hijos, Isaura (quien murió con ella) y Salvador. Al igual que con su nieto y nieta.

La celebración de la vida en Lucila era fundamental al igual que el disfrute de atardeceres, amaneceres en contacto con la naturaleza y el mar. El baile, la fiesta, la interacción social se convertían en los espacios de conexión con la alegría y el bienestar.

Su muerte ha sido impactante y dolorosa, al igual que la de su hija Isaura Limardo, quien la acompañó, y de todas las personas que murieron allí junto a Rubby Pérez en Jet Set.

El recuerdo de Lucila trasciende la nostalgia de la amiga, es el reconocimiento de un legado de gran sabiduría ancestral, un estilo de vida impregnado de la complejidad de lo simple, presente en cada momento de su vida.

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