Amor del bueno

Amor del bueno

Lo único que somos es amor.El amor del bueno, es el amor que restaura, sana, dignifica, engrandece, completa, unifica, alegra, y nos sintoniza con la vida. Es amor verdadero, sin condiciones. Es un equilibrio entre la gratitud y la generosidad. Siempre sentimos amor, incluso antes de haber nacido. Percibimos amor porque somos amor.

Los chamanes dicen que lo que ocurre es que mientras crecemos nos aman de modo condicionado. Aprendemos a “amar” con la gente que nos rodea. La forma en que ellos aman, termina siendo la nuestra.Ese amor condicionado es el que enferma. Los padres dicen te amo si haces lo que espero de ti; si te comes la comida, si te duermes temprano, si te portas bien, si eres bueno, etc. Este es el tipo de amor que conocemos, un falso amor.

Tan pronto sentimos amor condicional, perdemos el autorespeto. Al olvidar que somos amor verdadero, y condicionar el amor que sentimos por nosotros mismos, ya no nos miramos con respeto. Nos decimos que cuando rebajemos, tengamos pareja, ganemos más dinero, dediquemos más tiempo a la familia, nos vamos a querer.Nos tratamos como nos trataron cuando éramos chicos.

Esto es un círculo vicioso. Pues una parte de nosotros saboteará el cumplimiento de la demanda que condiciona el amor, para recordarnos que amarnos condicionalmente nos despoja de nuestra dignidad y valor. El saboteador en nosotros no nos permite rebajar como queremos, tener pareja, ser libres financieramente o disfrutar el tiempo con la familia, etc.

Esta es la causa de la falta de propio amor, y como todo lo que somos es amor, negar nuestra propia naturaleza nos produce malestar. El malestar que sentimos nos hace irritables, y queriendo salir de eso, empezamos a alejarnos de nosotros mismos. De este modo, el círculo vicioso se autosostiene.

La mayoría de las relaciones que tenemos son codependientes, enfermas. Al no estar a gusto con nosotros, vamos hacia otro que nos haga sentir a gusto. El asunto es que nos comportamos como un adicto, que cada vez necesita una dosis mayor para “sentirse bien”.Terminamos siendo esclavos de la fuente de nuestra felicidad. Esta realidad se ve con mayor crudeza en las relaciones de pareja.

El amor es la clave para nuestra libertad, pero ¿Cómo confiar en aquello que consideramos un enemigo? Es necesario enseñarnos pacientemente a nosotros mismos que fuimos engendrados en el amor, crecimos en el amor, nos sostenemos en el amor y vamos hacia el amor.

Nuestra verdadera naturaleza es el amor. El camino de retorno a nosotros mismos inicia cuando confiamos en el amor, y nos tratamos con amabilidad. Mientras esto ocurre, entregamos nuestro poder a lo que es Grande, en vez de dárselo a situaciones o personas.

Esta oración de los indios Lakotas es muy útil para ir recobrando fuerzas, mientras nos entregamos al amor:

Gran Espíritu, disminuye el ritmo de mi vida.

Calma el latir de mi corazón, aquietando mi mente.

Reduce mi paso apresurado con una visión de la eterna extensión del Tiempo.

Dame, en medio a la continua confusión,

la calma estabilidad de las montañas milenarias.

Rompe la tensión de mis nervios y de mis músculos

con la serena música del canto de los arroyos, vivos en mi memoria.

Ayúdame a conocer el mágico poder restaurador del sueño.

Enséñame el arte de tomarme breves momentos de pausa,

de disminuir mi ritmo para observar una flor,

para charlar con un amigo, acariciar a un perro,

leer algunas líneas de un buen libro.

Recuérdame cada día la fábula de la liebre y la tortuga,

que pueda aprender que en la carrera no siempre gana quien va más rápido,

y que en la vida si puede haber algo mejor que aumentar la propia velocidad.

Haz que eleve mi mirada al enorme roble,

y sepa que ha llegado a ser así porqué creció lentamente y bien.

Gran Espíritu, disminuye el ritmo de mi vida,

e inspírame a hundir mis raíces en el suelo de los valores duraderos

para que pueda elevarme hacia las estrellas de mi gran destino.

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