Decía mis bisabuela, según me cuenta mi madre, que: “amores son acciones y no buenas razones”, lo recuerdo a propósito de que se está usando el amor como recurso electoral municipal para la reelección de la actual alcaldesa de la Capital, Carolina Mejía.
Es innegable el gran amor de esta administración hacia personas “influencers” en las redes sociales, sin embargo, en nombre del amor no ha sido posible tapar el sol con un dedo ante el descuido que tiene esta ciudad respecto al drenaje, el mantenimiento de las vías, cunetas que parecen rigolas gracias a las capas de asfalto sobre asfalto, olvido del subsuelo, y el mal manejo de los fondos destinados para la prevención y el cuidado de los imbornales, entre otros.
El Distrito Nacional se ha convertido en una metrópolis llena de peligros, desafíos y complejidades que no podemos ignorar, sencillamente porque lo amamos.
¿Dónde está el amor en esa práctica de ignorar a las personas más pobres? Esa falta de compromiso equitativo ante las diferentes necesidades sociales, también ha traído consigo desgracias, ya que los seres humanos tenemos interconexiones e interacciones con nuestro ecosistema. Ahora, en el Distrito Nacional, cualquiera es vulnerable, no importa si vives en una residencial de Cuesta Hermosa muy bien resguardado por seguridad o en una torre en Piantini, Las Praderas, El Paraíso ó en el Fernández, nuestra ciudad colapsó y no existen las condiciones y competencias humanas en el ayuntamiento actual para asumir esa responsabilidad a la justa medida.
La semana pasada, pudimos observar boquiabiertos las denuncias del candidato a alcalde, Domingo Contreras, dejando una serie de evidencias de contrataciones a empresas que no son del sector, para la limpieza del drenaje, que tampoco han cumplido, además, cómo el ayuntamiento contaba con los recursos para evitar los desastres del último noviembre y no los invirtió. Para colmo, y lo que más dolor causa, es que se convocó a la prensa para que vieran de primera mano que la obra de drenaje más importante construida en la Capital, ubicada en el Parque de Las Praderas, está abandonada y hasta con habitantes, lo que indica que hasta soluciones puestas en marcha por anteriores administraciones, tampoco importan.
A pesar del apagón mediático llevado a cabo por la gran inversión en publicidad del Gobierno que hoy también goza con la “Ley Mordaza”(1-24), no ha quedado silenciado del todo, porque, como se dice en el argot popular “tenemos planta”, es decir, si los medios principales no se hacen eco del problemas, la ciudadanía ya tiene cómo hacer llegar la información por otras vías.
La simpleza de apelar al “amor”, nos refleja el desinterés por soluciones que tengan una visión de ciudad a largo plazo, el esquivo a temas profundos y la continua búsqueda de tapar lo evidente: parqueos municipales que nunca llegaron, imbornales tapados, ningún plan serio sobre el desarrollo urbano sostenible de esta ciudad capital.
Mientras, vemos que la Junta Central Electoral, no ha hecho los esfuerzos necesarios para promocionar las elecciones municipales de febrero, que increíblemente ha logrado que haya ciudadanos y ciudadanas que desconozcan de la fecha de estas elecciones; acción que conviene considerablemente más al Gobierno.
Y como dice la canción “ay amor, ya no me quieras tanto”.