Los antecedentes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio se remontan a la década de 1940, justo a la mitad del período de los 31 años de la dictadura trujillista. En ese momento surgieron dos organizaciones revolucionarias clandestinas. Por un lado, el Partido Democrático Revolucionario Dominicano (PDRD), que posteriormente se convertiría en el Partido Socialista Popular (de orientación marxista), por otro lado, la Juventud Revolucionaria, la cual terminaría denominándose Juventud Democrática (JD). Aunque no disponía de un lineamiento doctrinario preciso, casi todos sus integrantes tenían ideas izquierdistas, tal como afirma el historiador Roberto Cassá.
Ambas organizaciones tuvieron una efímera existencia legal, entre septiembre de 1946 y mayo de 1947, aprovechando un momento de flexibilidad aparente de Trujillo hacia sus opositores. Tras este período se desató una fuerte represión que conllevó al encarcelamiento, asesinato o al exilio de sus principales dirigentes y cuadros. En el marco de ese ominoso ambiente de opresión y desesperanza, la cohesión de los miembros de las dos organizaciones se mantuvo en base a la tolerancia.
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En el seno de la Juventud Democrática existían diferentes sectores ideológicamente definidos (véase, los meramente antitrujillistas, los apristas, los marxistas o los simple socialistas, entre otros), los cuales supieron poner de lado sus diferencias apelando a la solidaridad y al compromiso insoslayable de combatir al tirano. Entre algunos métodos de lucha implementados se encontraban espacios de formación como cine-foros, la academia y seminario para la capacitación de los cuadros de la organización, pero particularmente la impresión y distribución del legendario periódico Grito.
Esta organización estuvo formada principalmente por jóvenes, muchos de gran calibre intelectual tales como Carmen Natalia Martínez Bonilla, Rafael Mieses Peguero (Cocuyo), Rafael Valera Benítez (Fefé), Carlos Lizardo, Víctor Tavárez (Vituco), Víctor Villegas, Vinicio Echavarría, Mario Sánchez Córdoba, Ligia Echavarría, Dinorah Echavarría, Cecilio Grullón, José Manuel Peña González (Cuco), José Ramón Martínez Burgos, Manuel Mena Blonda, Virgilio Díaz Grullón, Josefina Padilla, Oscar Torres de Soto y muchos otros, quienes buscaban la instauración de un sistema político democrático y el fin de la opresión imperante.
Entre los militantes de esta agrupación se encontraban figuras que más tarde serían fundamentales en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, tal como lo relata Juan José Cruz Segura en su libro Bajo la barbarie, en el que se señala que “las principales vinculaciones de la Juventud Democrática clandestina con las provincias se establecieron a través del tráfico de los libros de la Biblioteca Ambulante”. Según este autor, la importancia de la Biblioteca Ambulante radicaba en su capacidad para difundir el pensamiento crítico, especialmente las ideas marxistas y, además, el cuidado que se tenía para que la dictadura no pudiera detectar sus actividades.
A través de este método fue que Oscar Torres logró conquistar a Leo Nanita, Juan B. Mejía y Manolo Tavárez Justo, cuyo primer afiliado fue Lisandro Macarrulla, junto a quien pudo desarrollar la organización en Monte Cristi. En otros núcleos provinciales encontramos integrados a los hermanos Manuel y Leandro Guzmán, que pertenecían al grupo de San Francisco de Macorís; Francisco Manuel González Franco (Manolo), Carlos Aurelio Grisanty (Cayeyo), Marcelo Bermúdez y Rafael Sully González Mera (Chino), quienes formaban parte de la estructura en Santiago. Por otro lado, los biógrafos de Minerva Mirabal (William Galván, Roberto Cassá, Farid Kury, entre otros) subrayan que fue en el medio vegano que Minerva Mirabal comenzó a manifestar sus inquietudes revolucionarias al establecer contacto con los jóvenes antitrujillistas integrantes de la Juventud Democrática.
El mártir Rafael “Cocuyo” Mieses, en su incesante labor conspirativa entre 1947 y 1958, logró reclutar una gran cantidad de jóvenes, los cuales tuvieron diferentes destinos, pero siempre guiados por su mentor, quien legó a sus discípulos el compromiso moral e ideológico que les ayudó a sortear sus peores momentos. Entre los que se enrolaron por la vía de “Cocuyo” se destacan los héroes de la Raza Inmortal Johnny Puigsubirá, Antonio Mota Ricart (Tony) y Guillermo Ducoudray, quienes vinieron en las expediciones de junio de 1959 por Constanza, Maimón y Estero Hondo. Según el relato de Cruz Segura, también se integraron los expresos políticos Vicente Pérez (Quico) Ulises Ricardo, Marino Sánchez Córdoba, Rafael Franco R., Luis Vidal y Manuel Escobar (Chichiri). También algunos nombres que posteriormente serían parte de la futura dirigencia catorcista como Rafael Faxas Canto (Pipe), Hipólito Rodríguez Sánchez (Polo), José E Meléndez (Melendito), Emilio Cordero Michel, Rafael Calventi, entre otros.
En Santo Domingo, tal como lo revela Juan José Cruz Segura, se organizó uno de los más connotados núcleos celulares compuesto por jóvenes como Antonio Barreiro (Tony), Julio Montandón, Ernesto Benzo, Julio Fortuna y Francisco Xavier Mella (Pichi). En la región Este se menciona a Tirso Mejía Ricart, Ildefonso Tolentino y Mario Sánchez Córdoba. Ciertamente, la Juventud Democrática, al ser el crisol donde estos dirigentes forjaron su compromiso con la democracia, se convirtió en un eslabón crucial en la cadena de eventos que llevaría a la organización del movimiento antitrujillista en todo el país. La experiencia y la valiosa red de contactos que estos dirigentes adquirieron en este espacio político sentaron las bases para que posteriormente se conformara el Movimiento Clandestino 14 de Junio.
En la próxima entrega abordaremos la Revolución Cubana como un aspecto central del contexto histórico en el que nace el catorcismo, cuya experiencia sirvió como fuente de inspiración para el proyecto político que la organización intentó forjar en la sociedad dominicana.
Prof. Amaurys Pérez, Ph. D. Sociólogo e historiador UASD/PUCMM