Profesionales de la infectología y la medicina crítica tienen entendido que el país dispone desde el año 2001 de un sistema de vigilancia sanitaria, detección y tratamientos que debidamente activado protegería con reacciones inmediatas de la enfermedad bacteriana llamada ántrax que ya estuvo antes aquí y que estaría dando indicios de contagios sujetos a confirmación al otro lado de la frontera. Estar en alerta temprana es más que necesario de cara a posibles transmisiones por esporas que atraviesan la piel con facilidad y poder inflamatorio; un mal oportunista que logra actuar en el trasiego y manipulación sin higiene de alimentos y otros artículos contaminables. Queda dicho que pasarían a ser zonas de agudo peligro para la salud los centros de mercadeo del Gran Santo Domingo congestionados de basura y gente; lo mismo que los populosos expendios e intercambios fronterizos a cielo abierto y despliegues sobre suelos de mercancías de constante ir y venir. Con individuos del territorio vecino con entrada libre y síntomas desconocidos.
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La vulnerabilidad de la ciudad capital es particularmente preocupante porque vegetales y carnes sin certificación de idónea procedencia de mataderos es una realidad empeorada porque los sitios de inadecuada comercialización son notablemente insuficientes y en ellos sienta reales el hacinamiento que imposibilita la limpieza y los saneamientos que solo son posibles en el Mercado Agropecuario del Km. 22 de la autopista Duarte.