Claro que es inoportuno, además de imprudente, hablar de impulsar una reforma de la Constitución de la República, ese pedazo de papel, en medio de un proceso electoral, en lo que coincidieron el movimiento Cívico Participación Ciudadana y la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) al rechazar las declaraciones del presidente del Senado Ricardo de los Santos, quien durante su participación en el Desayuno de Oración de Jaycees 72 expresó su interés en presentar un proyecto de ley para enmendar la Carta Magna para volver a unificar las elecciones congresionales con las presidenciales y blindar la independencia del Ministerio Público.
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El legislador dijo que buscará un acuerdo con los diferentes sectores del país para que se modifiquen y actualicen otras leyes, entre las que citó el Código Penal, la Ley General de Salud, la ley que crea el Sistema de Seguridad Social, y el Código Procesal Penal. Lo cual estaría muy bien si lo consigue, pero estaría mejor, y nos hubiéramos ahorrado la desconfianza y la suspicacia que brotan de manera espontánea cuando algún político habla de reformar la Constitución, si hubiera esperado que pasen las elecciones y se juramenten las nuevas autoridades para hacer su anuncio.
Es decir cuando estén dadas las condiciones para que se pueda concretar un pacto político, jurídico y social, condición imprescindible, según Servio Tulio Castaños Guzmán, Vicepresidente Ejecutivo de Finjus, para acometer una reforma constitucional de la que nos beneficiemos todos.
Por suerte para el presidente del Senado la oposición anda tan desconcertada y desarticulada que se le pasan los cartones, por lo que no pudo aprovechar su imprudente declaración para darse golpes de pecho y provocar un alboroto mayúsculo denunciando un nuevo atentado a la sagrada Constitución. Ese pedazo de papel, es el momento de decirlo, al que los políticos solo respetan cuando no es un obstáculo entre sus ambiciones y el poder que tanto codician.