“Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida:
ve y escoge.
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta [otra], oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo”.
José Martí, “Yugo y Estrella”.
50 años después de haber sido fusilado junto a sus compañeros por un contingente del Ejército dominicano, obedeciendo órdenes precisas de personeros de la “reacción” dominicana, Manolo Tavárez sigue combatiendo más allá de su desaparición física.
Ejemplo insigne de político íntegro, consecuente, resueltamente comprometido con la revolución de liberación nacional dominicana, Manolo Tavárez es referente e ineludible figura política en la República Dominicana del presente.
Desde su asesinato en 1963, su legado histórico participó de manera protagónica en diferentes jornadas trascendentales de lucha por el pueblo dominicano. En la guerra patria de abril de 1965, la proyección política de Manolo se hizo presente en cada combatiente catorcista que luchó hombro a hombro, como un solo ejército libertario, junto a los militares constitucionalistas.
Durante los años 70, la inmensa mayoría de cuadros políticos ultimados durante los 12 años sangrientos de Joaquín Balaguer fueron formados en la militancia verdinegra, liderada por Manolo de 1961 a 1963.
Durante los años 80 y principios de los 90, y a pesar de los esfuerzos del balaguerato de echar al olvido capítulos capitales de la historia revolucionaria dominicana, el recuerdo de Manolo mantuvo encendida la llama de la crítica y la lucha contra los regímenes corruptos y derechistas del PRD y el PRSC de la época.
Pero llegó la contienda electoral de 1996 y muchas cosas cambiaron. En el infausto 2 de junio de ese año, en un vergonzoso acto proselitista denominado “Frente Patriótico”, Balaguer logró reunir a exresistentes con sus antiguos victimarios. Fue bochornoso el show, a cambio de unos cuantos votos que finalmente llevaron a Leonel Fernández y sus socios al poder político gobernante. Aquel espectáculo deprimente resultó un enjambre de racismo, olvidos felones y del peor oportunismo politiquero.
A los cadáveres de las víctimas del balaguerato y de la oligarquía le pasaron un gredar por encima, cuando sus apellidos se vieron vinculados a los golpistas responsables del crimen de Manaclas del 21 de diciembre de 1963, y al de un Enrique Pérez y Pérez, a quien se le atribuyen macabros episodios de la historia dominicana.
En nombre de una herencia política revolucionaria irrespetada, se levantaron brazos “victoriosos” junto a los personajes más siniestros del país. Así es la vida, el maleficio de la apostasía. La obra fue maestra, fue la última escaramuza de Balaguer para corromper moralmente a una parte del sector que hasta entonces quedaba como referencia para poder construir otra República Dominicana, más justa y menos indolente con sus hijos e hijas más golpeados por la vida.
Desde entonces, muchos de los que ese día claudicaron ante el recuerdo de sus familiares y compañeros revolucionarios caídos han buscado la forma de adaptar sus trayectorias, discursos y creencias pasadas a las nuevas realidades que iban construyendo con un PLD en el poder.
La herencia política de Manolo Tavárez ha sido siempre botín de guerra para el peledeísmo y sus esferas. Por varias razones. ¿Qué podía hacer Leonel Fernández con un legado político como el de Manolo Tavárez, cuyo ejemplo se encuentra en los antípodas del proyecto empresarial peledeísta? Al leonelismo y sus fotocopias, les atrae distorsionar la historia y, cuando les conviene, aparecer con el mismo linaje de los grandes nombres de la izquierda dominicana.
Aunque la práctica sitúe a Manolo de un lado y al peledeísmo actual de otro; aunque la realidad posicione al PLD de hoy como un partido derechista, neoliberal, entreguista, y cómplice de corrupción, al leonelismo y compartes les interesa lucir con los símbolos políticos más avanzados que ha tenido la historia dominicana. Su necesidad de presentarse bajo el techo de Manolo Tavárez, de Caamaño, de Los Palmeros, es una maniobra política vil –entre otras tantas– para neutralizar cualquier ejemplo histórico que los denuncie y de paso se pasan un paño con pasta ante tantos escándalos y abusos que no cesan de agravarse.
¿Cómo hacen? Muy simple: buscan cosificar a Manolo Tavárez, mantenerlo en el mero recuerdo histórico, vaciado de su contenido político que en la actualidad los señalaría, enterrando así su incorruptible ejemplo que hoy molestaría, distorsionando la obra inconclusa de Manolo Tavárez para adecuarlo a sus proyectos personales de vida.
Por eso arrinconan a Manolo Tavárez como un muñeco de exhibición museográfico, donde el polvo y su respectiva marmolización procuran la reducción de Manolo a un mero recordatorio, nunca a una convocatoria. Por eso buscan secuestrar hoy a la Fundación Testimonio, porque no se ha plegado a las órdenes del peledeísmo corruptor.
Pero hay que constatar que con Manolo Tavárez no han podido. No pudieron y no podrán los detractores originarios del club de reaccionarios de siempre y sus nuevos socios del PLD, que buscan hacerlo añicos políticamente, con tal de salvar sus nuevas posiciones políticas y los beneficios que de ellas se desprenden. “Pero el hombre que al buey sin pena imita, /Buey vuelve a ser, y en apagado bruto/ La escala universal de nuevo empieza. / El que la estrella sin temor se ciñe, ¡Como que crea, crece!”, dijo Martí.
Contra todas esas argucias, Manolo Tavárez sigue combatiendo. Su obra es como la estrella martiana: “lo mismo ilumina que mata” contra quien pretenda instrumentalizarla con fines ajenos a su naturaleza y carácter. El combate actual de Manolo Tavárez es por reafirmar la autenticidad de sus ideales, el que se inspira contra los planes derrotistas de los desertores y oportunistas, contra las versiones de la democracia extraídas de credos neoliberales y otras fórmulas USAID.
Manolo Tavárez continúa insurrecto, librando pelea contra los ensayos que buscan deformar su verdadero quehacer y pensamiento político, su sincera mística y proyecto revolucionario. Manolo Tavárez no hace química con el capitalismo. Manolo mantiene su inmortal compromiso con los oprimidos de siempre. Manolo Tavárez sigue en Manaclas y sus escarpadas montañas, luchando por la revolución de los humildes, para los humildes y por los humildes. Manolo Tavárez perenne, claro, decidido e irrevocable. Manolo es y será siempre Revolución.