APORTE
La huida de Batista
al caer su dictadura

<P><STRONG>APORTE<BR> </STRONG>La huida de Batista<BR>al caer su dictadura</P>

VÍCTOR GÓMEZ BERGÉS
La «Coctelera» del viernes 29 de febrero, donde hace nuevos aportes acerca de la llegada al país del dictador cubano Fulgencio Batista la madrugada del 31 de diciembre de 1958, me ha estimulado ofrecer datos adicionales para conocimiento de las nuevas generaciones, unos obtenidos en investigaciones históricas y otros brindados por el ex Capitán Piloto Ricardo Bodden, quien por coincidencia estaba de servicio esa noche en la jefatura de la FAD y vivió detalles que a continuación ofrecemos.

El jefe del SIM, Johnny Abbes García, estaba en La Habana. Había volado ese día a las 8 de la mañana junto con un personaje apodado «El Chinito», experimentado técnico en explosivos, ignorando lo que ocurriría esa noche. Viajaron en ese vuelo Porfirio Rubirosa y el coronel Ferrer López Guzmán, embajador y administrador de la Fábrica de Armas de San Cristóbal, respectivamente, y el mayor Antonio Álvarez Albizu, agregado militar en Cuba, quien sustituía a Frank Amiama Castillo, de regreso el 25 de diciembre, días antes del desplome de Batista.

La misión principal que llevaba Johnny Abbes era gestionar el pago de la deuda millonaria que había contraído Batista con Trujillo, por la venta de centenares de ametralladores y ofrecer más ayuda a Batista, a quien se le venía derrumbando el régimen por el empuje de ésta y la desmoralización de las Fuerzas Armadas cubanas por la corrupción rampante y el terror creciente a la justicia revolucionaria. Y lo que menos quería Trujillo era que Fidel triunfara, pues éste no solo lo había combatido en Cayo Confite en 1947, sino que había prometido derribarlo una vez conquistara el poder en Cuba.

El avión DC-4 en que viajó este grupo fue piloteado por el entonces mayor Pedro Santiago Rodríguez Echavarría.

Para la época, ese vuelo en ese tipo de nave tomaba alrededor de cuatro horas a La Habana y pasado el medio día, el general Fernando A. Sánchez, jefe de Estado Mayor FAD, comenzó a preguntar si se tenía noticias de Chaguito. Rodríguez Echavarría.               

La orden impartida al mayor Rodríguez Echavarría era regresar seguido al país.

Por eso, pasadas las 4 de la tarde, el teléfono volvió a timbrar y cuando contestó, dice Bodden, «oigo la voz del general Sánchez, quien me dice: «estoy saliendo para donde el jefe, si Chaguito llama comunícate con el sargento Alcántara”.

Se notaba una insistencia inusual en conocer la hora de llegada del avión que había salido temprano para La Habana con las personas señaladas y era justificado el nerviosismo en las alturas del gobierno, pues el apresamiento de Johnny Abbes en Cuba por las guerrillas castristas, con el historial de crímenes del régimen hubiera sido mortal para Trujillo.

Por fin, pasadas las 7 de la noche, el oficial piloto de servicio en la Torres de Control llama e informa que la hora aproximada de aterrizaje del avión piloteado por el mayor Rodríguez Echavarría sería a las 7:40 p.m.

«General, respetuosamente, le habla el segundo teniente Bodden, aquí me interrumpe, sí, sí, dime ¿a qué hora aterriza Chaguito?», a las 7:40 responde el oficial, ordenándole de inmediato que fuera solo en el jeep a buscarlo al avión.

«Cuando aterriza el DC-4 subí al avión y le informé a Chaguito el nerviosismo que había provocado ese vuelo, contándole las llamadas e instrucciones impartidas por el general Sánchez para el traslado a su residencia.

En ese momento observó el teniente Bodden que el único acompañante que vino en el avión fue Candito Torres, oficial de la Marina de Guerra adscrito al Servicio de Inteligencia Militar.

Al amanecer del 1ro. de enero de 1959, cuando Bodden se levantó después de un día y noche tensos, mira extrañado en la línea de vuelo un avión C-46 con la bandera Cubana taxeando hacia los hangares, eran las 6 a.m., hora de entrar al servicio. El avión con Batista tocó tierra entre las cuatro y cinco de la madrugada.

«Cuando estoy bajando las escaleras, para dirigirme a mi puesto de servicio, recuerda Bodden, oigo una algarabía, anormal a esa hora, era Año Nuevo y veo varios pilotos que regresaban de la fiesta de fin de año. El comandante Rodríguez Echavarría se dirige a mí diciéndome, no te preocupes yo estoy aquí desde las 4 a.m.

Me dijo: «Llama por teléfono a todos los pilotos a sus casas, que se reporten de inmediato a la base. «Batista llegó esta madrugada con todo su gobierno, se asiló aquí, pero cuando llames los pilotos no se lo digas».

Esa madrugada aterrizaron en la base aérea seis aviones cubanos, un DC-4 donde vino el presidente fugitivo, Fulgencio Batista, familiares y parte de su Gabinete piloteado por un coronel de origen español apellido Catazú», cuatro C-46 y un DC-3 donde vinieron los jefes militares.

Todos fueron hospedados en el viejo Hotel Jaragua, por órdenes de Trujillo.

 Bodden me confió que siendo piloto de Aerovías Quisqueyanas, donde el general Chaguito Rodríguez Echavarría era vice presidente, en varias ocasiones le solicitó detalles de ese vuelo prometiéndole hacerlo.

Bodden relata «lo único que me informó fue que las instrucciones impartidas aquí fueron regresar esa noche. El coronel Abbes García indicaría qué hacer allá, pero cuando almorzaban en el Club Militar para después visitar la ciudad, con la advertencia de los edecanes militares cubanos que no debían ir uniformados porque era peligroso, llegó precipitadamente al club desde la ciudad, el Coronel Abbes García acompañado de Candito Torres informando que de orden superior debían regresar de inmediato, porque tenían que hacer otro viaje a La habana y que Torres regresaba con ellos a la República Dominicana. Abbes se quedó.

Aquí se inició el exilio de Batista recibiendo todo tipo de desconsideración y presiones de Trujillo para que le pagara el valor de las armas vendidas, lo que finalmente logró el dictador dominicano. El ex-dictador cubano tuvo que buscar otro refugio.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas