El aumento del circulante y el énfasis en consumos y festejos de la natividad de siempre han llamado a antisociales y a civiles desenfrenados a una vendimia de temporada y como cada vez la Policía Nacional concentra efectivos y se refuerza para reducir riesgos a la ciudadanía: un operativo de control urbano en el marco positivo de medidas dictadas por el Poder Ejecutivo para dignificar el oficio con mejor trato laboral a los agentes aunque persiste un déficit de capacitación y profesionalidad para dejar atrás excesos en aplicar la fuerza al reprimir inconductas que tradicionalmente han arrojado a la letalidad a gente bajo sospechas que no debería seguir siendo víctimas de ejecuciones sumarias. Crecen, ciertamente, con sangre nueva las filas policiales bajo un mayor celo de los superiores por el respeto a los derechos de cualquier privado de libertad; pero si ya en octubre los caídos en alegados enfrentamientos de balaceras nunca investigados avanzaban desde más de ochenta hacia el centenar al cerrar el año, se demuestra que no existe todavía suficiente restricción al proceder de muchos agentes en eso de disparar a matar.
Puede leer: Legisladores que no respetan la diferencia
Reacción solo admisible bajo extremo peligro para la integridad física de los actuantes; obligados institucionalmente a reducir a la obediencia a sus perseguidos sin saldos mortales. La metas de transformar a la Policía Nacional en un efectivo cuerpo para enfrentar el crimen y facilitar la judialización de quienes supongan algún peligro para la sociedad es camino promisorio trazado con reciedumbre de voluntad por el Presidente Luis Abinader para la erradicación de signos de barbarie. El ingreso de una nueva legión de jóvenes a la Policía requiere el previo reclutamiento de bachilleres de excelencia a ser sometidos a mayores exigencias académicas que antes y llevados a un proceso de rigorosa adquisición de conocimientos para los desafíos modernos y de dominio de técnicas imprescindibles para faenar satisfactoriamente en las calles. Algunas de los más abominables entramados de corrupción descubiertos recientemente delatan la presencia en filas policiales de algunos arraigados focos delictivos (que ojalá sean minoritarios) tras alarmante ausencia de controles internos no sancionada.