El político piensa en la próxima elección. El estadista en la próxima generación”. Otto Von Bismarck. Hace varios años escribí unas cuartillas en las que le hacía una serie de recomendaciones a la administración pasada, dado el control casi absoluto que se tenía de todos los poderes del Estado dominicano. Las mismas están fundamentadas en las primeras lecciones de economía que conoció el hombre, las cuales se encuentran plasmadas en las Sagradas Escrituras, en el libro del Génesis, capítulo 41. Me refiero al “periodo de las vacas gordas”,
Dichas lecciones hacen alusión a una historia bíblica, en la que José “el Patriarca” interpreta un sueño profético narrado por el Faraón de Egipto, de cómo siete vacas gruesas fueron devoradas por siete vacas famélicas. Según lo interpretado por José, Egipto tendría siete años de prosperidad, para luego pasar a siete años de una profunda crisis alimentaria.
En la vida real, los hechos no siempre se comportan de forma lineal en todo el accionar de la naturaleza y del ser humano, pues se producen altas y bajas en lo: político, económico, social, cultural, empresarial, deportivo, profesional o familiar. Se nos presentan momentos de bonanzas, de prosperidad (vacas gordas) y momentos de crisis, de escasez (vacas flacas), por lo que se hace necesario tomar las decisiones más apremiantes, atinadas y oportunas, que vayan acorde al momento y a las circunstancias, con las cuales se puedan enfrentar las posibles eventualidades que se nos presenten en el futuro.
Aunque en esa gestión gubernamental se avanzó mucho y se tomaron importantes medidas desde el Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y a nivel municipal, el Partido de la Liberación Dominicana debió haber aprovechado la coyuntura y la gran mayoría que ostentaba en los distintos estamentos del Estado para propiciar o producir las reformas y las transformaciones institucionales que requería el Estado, ya que dicha coyuntura política no le sería favorable para siempre.
Se debió realizar una reingeniería al Estado dominicano, en la que fueran disueltas o fusionadas aquellas instituciones que no rinden ninguna labor y fortalecer aquellas que sí lo hacen, para poder alcanzar el desarrollo institucional y material que requiere el país, sin importar si convenían o no en esos momentos, a intereses particulares o partidarios.
Debido a que lo mismo sucede en la actualidad con la gestión gubernamental del PRM, que también ostenta un control casi absoluto de todos los poderes del Estado y sus instituciones, quiero hacerle las mismas recomendaciones.