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Aunque en República Dominicana el cuco de la «ideología de género» estalló recientemente, este discurso no es nuevo ni en el continente americano ni en el mundo.
En el artículo anterior, mostramos que este movimiento discursivo, fue creado por una parte del catolicismo, a mediados de los 90, para cuestionar el enfoque de género propuesto por los feminismos en reuniones importantes como El Cairo y Beijing.
Y, aunque de manera estratégica, esta ola discursiva trata de venderse como un movimiento científico y académico, su origen es netamente religioso y está vinculado a esa parte del mundo del catolicismo anteriormente citada.
De hecho, siguiendo el mapeo hecho por el doctor e investigador José Manuel Morán Faúndes, la primera persona en usar el concepto «ideología de género» fue un monseñor llamado Michel Schooyans, en 1996, en la obra «L’Évangile face au désordre mondial», que fue prologada por , ese entonces, el cardenal Joseph Ratzinger (después se convertiría en el Papa Benedicto XVI). A partir de aquí, de 1997 a 1999 aparecen varios escritos dentro de la Iglesia Católica donde se usa el término «ideología de género» como sinónimo de acabar con la familia o con la heterogeneidad sexual.
Precisamente, desde su mismo nacimiento, este concepto ha estado plagado de contradicciones e irregularidades, siendo una de las más evidentes esa mezcla que hace de, por un lado, decir que es una estrategia de la izquierda marxista para sustituir la lucha de clases del proletariado (ya luego veremos a personajes como Agustín Laje y Nicolás Márquez reeditando esta tesis) y, por el otro insistir en aspectos del liberalismo.
Sin duda alguna, se trata de una especie de Frankestein, un saco roto, creado donde, de manera desorganizada y megaladanaria, se entran todos aquellos a quienes, históricamente, una parte de la Iglesia Católica ha percibido como sus enemigos (feministas, izquierdistas, liberales, ect).
¿La consecuencia inmediata? La creación de una corriente que ahora quiere que la humanidad retroceda y reedite ideas, modelos y paradigmas altamante estigmatizantes y que intentan llevarse de paso conquistas y derechos hoy reconocidos a las mujeres, gracias a las luchas de los movimientos feministas.
Recordemos que antes, estudiar, heredar, decidir con quién casarse, trabajar, hablar en público, votar, aspirar…eran derechos vetados para todas las mujeres porque había toda una teoría de inferioridad alrededor de ellas, que justamente se alimentaba de interpretaciones de género y sexo, que los estudios de géneros desmontaron mediante la investigación y desde las academias.
Son precisamente estos avances de derechos y participación de las mujeres que hoy en día están bajo ataque con el discurso de la «ideología de género». ¿Por quién y para qué? Lo analizaremos en la próxima entrega.