Dos “liderazgos” se disputan el control del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en cuya lucha no se vislumbra el surgimiento de un árbitro que controle las pasiones en ambos bandos en conflicto.
La crispación llegó al clímax entre las facciones en el PLD la tarde del pasado lunes 24 de junio, cuando tropas policiales y militares, acordonaron el Palacio del Congreso Nacional, evitando a bombazos, una protesta pacífica que montarían grupos populares y legisladores leonelistas, en reclamo de que sea respetada la Constitución.
La refriega entre manifestantes, diputados y efectivos policiales y militares, dejó como resultados los legisladores Henry Merán y Marcos Cross, lesionados, así como otro manifestante.
Los escarceos han continuado, y prominentes dirigentes peledeístas, como Franklin Almeyda han llegado a manifestar, que si el oficialismo intenta imponer la reelección, podría producirse “la desobediencia civil”.
De su lado, Luis Abinader, aspirante presidencial por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), amenazó con llamar a la población dominicana a ubicarse frente al edificio del Congreso Nacional, si los danilistas convocan las cámaras legislativas para introducir reforma a la Constitución con la intención de propiciar que el presidente Danilo Medina pueda optar por una nueva reelección.
Los ánimos están caldeados, la crisis en el partido morado parece insalvable ante la ausencia de un árbitro que pueda lidiar entre los bandos en pugnas.
Por el momento, el panorama político luce sombrío, con una oposición política que en ocasiones se muestra dubitativa y temerosa; y a veces, como que negocia en los aposentos con los oficialistas.
Los plazos para las definiciones con miras a las elecciones del 2020 son fatales. Sólo esperar paciente, ya que de seguro el mundo no se acabará.