Una de las satisfacciones más grandes para nosotros que hemos estudiado por más de 20 años, ha sido la posibilidad de estar en contacto intelectual con grandes profesores de esta y de la anterior generación.
En la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) (1976-1984), tuve la suerte de coincidir con un grupo de profesores de alto nivel intelectual. Recuerdo mis profesores de Historia de la Arquitectura: Eugenio Pérez Montás y César Iván Feris. Mis profesores de Diseño y Expresión Artística: Atilio León, Raúl De Moya, Pedro Mena, Rhadamés Díaz, René Alfonso, Cristóbal Valdez, Diana Martínez, Guillermo Santoni, Donald Barbel, Salvador Gautier. Recuerdo con mucho afecto a Dona Margot Taulé, Antonio Prats Ventós, Glauco Castellanos y muchos otros más. Profesores – arquitectos, que ejercían la profesión y que con pasión e interés enseñaban arquitectura en la universidad.
En mis años como profesor, en el Politécnico de Milán, en el Istituto Universitario de Architettura di Venezia (IUAV), y recientemente profesor de Historia del Arte y la Arquitectura II en la UNPHU, he tratado de impregnar en el aula esa atmósfera mágica que transmitían los profesores Eugenio Pérez Montás y César Iván Feris en las aulas de la misma universidad. Esa misma dimensión extraordinaria que experimenté en las lecciones de Historia de la Arquitectura de Manfredo Tafuri y de Filosofía y Estética de Massimo Cacciari en el IUAV.
En Florencia, donde estudié «Restauración de los Monumentos y de los Centros Históricos» (1985-1987), tuve la oportunidad de conocer a Giovanni Michelucci (1891- 1991) gran arquitecto, autor del proyecto de la Estación Santa María Novella de Florencia, la Iglesia de la Autostrada del Sole, etc.
Recuerdo la seriedad profesional e intelectual de Gennaro Tampone (1936-2018), de Giuseppe Cruciani (1945-2023) y del Comité de Redacción de la Revista “Bollettino Ingegneri” di Firenze, Comité del cual aún formo parte.
Otra experiencia interesante cuando estudié Planificación Urbana y Territorial (DAEST-Venecia 1988-1989) con los profesores Marcello Balbo, Daniele Pini, Franco Mancuso, etc. Estudios estos que terminaron con un interesante Laboratorio de Planificación Urbana en la Medina de Salé (Marruecos).
Una gran influencia la obtuve sobre todo con el Profesor Vittorio Gregotti, con quien obtuve mi título de Doctor Arquitecto, en el IUAV, en 1992, pero, además, con James Stirling (1926-1992), Aldo Rossi (1931- 1997), con quien sostuve el “Esame di Stato” para poder ser inscrito al “Ordine degli Architetti di Venezia”.
Recuerdo con satisfacción las enseñanzas de Mario Botta, con quien participé en un Laboratorio de Diseño Arquitectónico en Vicenza. (1989).
Recuerdo las lecciones de Tadao Ando, de Rafael Moneo, Paolo Portoghesi, Romano Chirivi, Valeriano Pastor, Cappai-Mainardis, Vittore Branca, Renato Cevese, etc.
Con emoción recuerdo mis conversaciones con Ignazio Gardella (1905-1999), Bruno Zevi (1918-2000), Gae Aulenti (1927-2012). Guido Nardi (1936-2002).
Mi admiración e interés por la capacidad intelectual y didáctica de Manfredo Tafuri (profesor de Historia de la Arquitectura II, en el IUAV), era tanto, que lo seguía siempre donde este presentaba una conferencia. Recuerdo la emoción cuando el 30 mayo de 1987 tuve la oportunidad de dar una lección junto a Tafuri sobre los antecedentes del “Tempietto di San Pietro in Montorio”, de Donato Bramante.
Recuerdo el esfuerzo para entender cada uno de sus libros y publicaciones, el gran esfuerzo por asistir a sus lecciones de Historia de la Arquitectura, me levantaba a las 5:30 de la mañana, atravesaba medio “Canal Grande” sobre un “vaporetto” (embarcación de trasporte colectivo), corría por las estrechas calles de Venecia hasta llegar delante del “Palazzo Badoer”, sede del Departamento de Historia de la Arquitectura. Eran ya las 7:15 de la mañana, allí esperaba hasta las 8:00 de la mañana la apertura de las puertas del departamento.
Junto a mí, unas treinta personas; luego la carrera al aula para tomar los puestos de las primeras filas. Después de tomar “posesión” se iba en grupo a desayunar al bar más cercano.
Puntualmente a las 9:30 de la mañana llegaba Tafuri, con su abrigo azul oscuro (casi un uniforme), su característica barba y su voz particular.
Luego de finalmente lograr cerrar la puerta del aula, pues, de las 200 personas presentes en el aula, 50 estaban de pies. Con las lecciones, se entraba en una dimensión diversa, un viaje en el siglo XIV, que Tafuri nos acompañaba con seguridad y profundidad, con la visión de las diapositivas y su voz fuerte, el aula se transformaba en una especie de “túnel del tiempo”.
En cierta manera, el ambiente que creaban los profesores Eugenio Pérez Montás y César Iván Feris en el salón de proyecciones de la UNPHU.
Durante las lecciones de Tafuri, recuerdo haber “visitado” mejor el Palazzo Ducale de Urbino que cuando tuve la oportunidad de ir directamente al lugar.
Pienso que las lecciones de Tafuri de aquellos años quedarán grabadas en las mentes de todos aquellos que tuvimos la suerte de asistir.
La atmósfera de las lecciones pasaba de un tono profundo y filosófico a cosas simples de la vida. La cosa extraordinaria de Tafuri era la facilidad de reconstruir y analizar la historia de manera simple, pero al mismo tiempo con gran dominio y seguridad.
Al terminar cada lección no sabíamos si aplaudir o no, todos nos mirábamos con satisfacción como hipnotizados de las cosas que nos explicaba.
Era una extraña sensación de felicidad. Luego, al salir del Palazzo Badoer, descubríamos de nuevo la luz y el calor del sol.
Manfredo Tafuri (Roma, 4 noviembre de 1935 – Venecia, 23 de febrero de 1994) fue un arquitecto, teórico, historiador y critico de arquitectura italiano. Desde 1968 hasta su muerte impartió clases en IUAV, donde dirigió el Departamento de Historia de la Arquitectura junto con el filósofo Massimo Cacciari.
En 1974 fue invitado a dar una conferencia en la Universidad de Princeton, que posteriormente fue publicada en la revista Oppositions como “L Architecture dans le boidoir”, penúltimo de los artículos recogidos en el libro “La Esfera y el Laberinto”.
A partir de esa conferencia entró en contacto con Kenneth Frampton, Mario Gandelsonas, Peter Eisenman, John Hejduk, Michael Graves, Robert Siegel y Richard Meier.
Tafuri criticó fuertemente todas las prevaricaciones llevadas a cabo por los historiadores de la arquitectura que militaban abiertamente por una primacía estética de la misma.
En 1997 en Roma, le fue conferida la Medaglia d’oro ai benemeriti della Cultura e dell’Arte.
Entre los numerosos libros de Tafuri traducidos en varios idiomas recordemos: Teorías e Historia de la Arquitectura. Lateza 1968; Jacopo Sansovino e l’Architettura del ‘500 a Venezia. Marsilio, 1969; L’Architettura dell’Umanesimo, Laterza, 1969; Progetto e Utopia, Laterza, 1973; Via Giulia, una utopia del 500. Roma, 1973; Architettura contemporanea (con F. Dal Co) Electa, 1976; La Sfera e il Labirinto., Einaudi, 1980; Vittorio Gregotti, Electa, 1982; L’Armonia e i Conflitti, Laterza, 1983; Venezia e il Rinascimento, Einaudi, 1985; Storia dell’Architettura italiana 1944-1985, Einaidi, 1986; Ricerca del Rinascimento, Einaudi, 1992; Five Architects N.Y., Officina Edizioni, 1998.
Siempre he pensado que, para quien ama la enseñanza, los ojos de los estudiantes atentos, es el mayor pago que un profesor podría desear. La docencia tiene un valor inestimable. Enseñar implica grandes responsabilidades y su valor es incalculable.
Para que esto sea realmente así se necesita una buena formación y el deseo de estar siempre al día. No basta con transmitir los conocimientos; es necesario mediar entre el conocimiento y los estudiantes.
Personalmente considero que la función de un profesor universitario de Historia de la Arquitectura es aquella de provocar al estudiante a investigar a informarse del universo extraordinario que está detrás del conocimiento. Este, en mi caso, es el legado de Eugenio Pérez Montás, de César Iván Feris, de Manfredo Tafuri, de Vittorio Gregotti, etc.