Vienen de Bretaña, Brasil, Australia, Uruguay o Estados Unidos y se han tomado las calles de Lisboa, con sus mochilas y sus banderas. Han venido en avión, autobús, tren, incluso barco o bicicleta, para participar en la edición 2023 de la Jornada Mundial de la Juventud.

Una de las participantes francesas dice a RFI: «Siempre se dice que los jóvenes se alejan de la fe, pero ¿qué mejor que un encuentro de jóvenes para hablar de espiritualidad y religión y acercarse de nuevo a ella?”.

En total estarán representados 151 países, pero los más numerosos serán los más cercanos: Portugal, España, Francia e Italia. La crisis económica y las restricciones de visados han impedido a muchos jóvenes venir a Lisboa, sobre todo desde África.

El objetivo de esta JMJ es animar a una generación hiperconectada a implicarse y dar un nuevo impulso a la Iglesia católica, que pierde terreno en una Europa muy secularizada y que se estado salpicada por escándalos de abusos sexuales.

«Menos vertical y clerical»

«Es muy importante que estos jóvenes renueven la Iglesia. Para ellos, ésta debe ser completamente diferente, menos vertical y clerical», señala el sacerdote Jorge, de la iglesia de San Antonio, uno de los santos y patrones más populares de Lisboa.

“Crecí en una familia católica, pero dejé de ir a misa. Quise venir a la JMJ porque me dijeron que era un lugar para compartir. Nunca he tenido la oportunidad de reflexionar sobre mi fe. Ansío poder conversar con otros jóvenes que tengan puntos de vista similares u opuesto a los míos”, cuenta el francés Maxence.