Enfrentamos hoy los efectos dañinos del ecocidio: la vertiginosa degradación que los sistemas de “desarrollo” socioeconómico vigentes imponen a la biodiversidad y al medioambiente, muchas veces a través de “mixtificados” procesos de explotación y consumo de los recursos naturales y otras tantas de manera inconsciente por parte de amplios sectores de la sociedad…
La modernidad nos ha dejado sus construcciones formidables: nacionalidades, modelos culturales, megápolis, sistemas de tecnología avanzada, edificaciones, puentes, túneles, supermáquinas y estaciones orbitales, pero también la destrucción de especies, patrimonios culturales y ecosistemas de valor ecológico inestimable.
Debido a los efectos del cambio climático global, la sequía extrema y la crisis del agua potable se aceleran de manera dramática. Esta misma crisis ya amenaza la estabilidad económica y social de muchos países como China, Estados Unidos y Francia. Según estudios de la ONU, para el 2030 la mitad de la población mundial estará viviendo en áreas de fuerte sequía.
Una “situación delicada” afecta el 82% del territorio de la República Dominicana, según el Ing. Alberto A. Holguín, pasado director del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa). En este sentido, me resulta inexplicable la sorpresiva “salida” de Alberto Holguín del Inapa en tanto que su gestión y su discurso se han caracterizado por su enfático interés en impulsar “una cultura de monitoreo, racionalización, ahorro y valoración del agua como bien público”; como factor determinante en el desarrollo económico y como elemento clave para la vida en todas sus formas y manifestaciones.
Ante la invalidez de las miradas fragmentadas y valorando siempre los alcances de los enfoques y criterios integradores, Alberto Holguín insiste en el imperativo de que los efectos de la sequía extrema y la crisis del agua potable en nuestro país no deben ser tratados de manera aislada. El agua es solo uno de los recursos naturales vitales y tiene una función básica en el mantenimiento de la integridad del entorno natural por lo que se precisa de enfoques holísticos a la hora de su gestión pública.
“Que la imaginación, en momentos de crisis, pueda ser más importante que el conocimiento”. Estas palabras son de Albert Einstein (1879-1955), mientras que Paul Klee, uno de los representantes emblemáticos de las primeras vanguardias artísticas europeas, sostuvo que “precioso es el conocimiento de las leyes, con la condición de precaverse de todo esquematismo que confunda la ley desnuda con la realidad viva”…
Y hacia el mismo espíritu de pensamiento contenido en estas reveladoras palabras de Einstein y Paul Klee nos remiten los objetivos y resultados del Primer Concurso Nacional de Artes Visuales que, bajo el lema “El Agua, fuente de vida”, ha organizado recientemente con éxito rotundo el Inapa, resultando dicho evento una de las iniciativas institucionales más innovadoras, integradoras y trascendentes de las últimas décadas en nuestro país.
Precisamente, el agua como elemento fundamental de la vida, el fuerte impacto de la sequía en el ámbito rural y en las principales ciudades, así como la “crítica” situación que atraviesan las fuentes acuíferas del país, han sido las cuestiones que más han llamado la atención de los artistas seleccionados y premiados en el Primer Concurso Nacional de Pintura de Inapa.
Entre estos, destacan algunos creadores consagrados como José Cestero, Rosa Tavárez, Freddy Javier, Miki Vicioso, Jesús Desangles, Raúl Recio, Juan Mayi, Leonardo Durán, Hilario Olivo, Chiqui Mendoza y Aquiles Azar Billini, así como un grupo de artistas que resultan “imprescindibles” a la hora de calibrar la profundidad de compromiso y los niveles de creatividad en la pintura dominicana contemporánea, tales como Limber Vilorio, Rosalba Hernández, José Pelletier, Wali Vidal, Leonardo Sanz, Angel Urrely, Víctor Tavárez, Manuel Nina Cisneros, Julio Tejada, Iván A. Ramón, Jesús de la Cruz, Marcelo Ferder, José Levy, Ariadna Canaán, Eliu Almonte, Lucía Méndez, Eduardo Rodríguez, Mariojosé Angeles, Marcia Guerrero, Junior Reyes Ocre, Joaquín Rosario, José Germán Salcedo y Marcos Jorge, entre otros de iguales niveles y actividad.
Entre los seleccionados y premiados hay algunos cuyas obras enfocan la necesidad de proteger el medio ambiente, la pureza del aire y el agua; la preciosidad de algunos paisajes, la desaparición de los bosques y los ríos. Muchos enfatizan en sus obras sobre la belleza espectacular que emana de la misma naturaleza. Otros reflexionan intensamente sobre la práctica cotidiana del desperdicio del agua por parte de algunos sectores de la población urbana y sobre los daños que infringe la acción del hombre a las fuentes acuíferas, además de aquellos que han asumido el agua como fuente de inspiración y “materia prima” de sus creaciones.
Lo que nos muestra el extraordinario conjunto de obras seleccionadas y premiadas del Primer Concurso de Pintura de Inapa es que la acción de la sociedad en la génesis de los desastres naturales es mucho más relevante que el papel de la propia naturaleza. Así, para la mayoría de los pintores dominicanos contemporáneos, los desastres naturales no son sino una muestra de la vulnerabilidad social ante los fenómenos extremos del medioambiente, siendo esta vulnerabilidad tanto mayor, cuanto más inadecuado sea el sistema de “ajustes” o atención a la realidad natural que lo ocasiona.
Entonces, desde su visión particular, nuestros artistas nos dicen que el desastre de la sequía extrema es tan natural como cultural, puesto que es cada cultura, pueblo, cada sociedad, con sus peculiares usos del suelo y gestión de los recursos, la que delimita el “umbral” cifrado entre el fenómeno extremo y sus efectos desastrosos. Mientras tanto, la exposición de las 142 obras seleccionadas y premiadas se mantiene abierta a todo el público hasta este domingo 9 de agosto en la Galería Nacional de Bellas Artes. El horario sábados y domingos es de 12:00 a.m. a 6:00 p.m.