Tras la muerte de Trujillo, República Dominicana vivía un período de intensa agitación política. En ese contexto, el “14 de Junio” emergía como una fuerza política que abogaba por un cambio radical en la estructura de poder en la nación. Inspirados por el ejemplo de los expedicionarios de junio de 1959, los catorcistas se posicionaron en el tablero político como la principal fuerza revolucionaria y alternativa dentro de las organizaciones de la época. Según nos dice Juan José Cruz Segura, “a eso de unas cinco semanas antes de Manolo salir en libertad… surgió Lisandro Macarrulla con una noticia”, en la que informaba que por disposición de Manolo “mientras durara su prisión él nombraba su representante político para todos los fines pertinentes al compañero Vinicio Echavarría”. Nos agrega el autor del libro Bajo la barbarie, que Manolo Tavárez era el “centro del liderato del 1J4”, por lo que “fue sujeto de atención de propios y extraños por su singular magnetismo personal”.
Se trataba de un líder en ascenso, cuya “carismática figura y otros atributos afortunados le configuraron ese “halo” que, unido a su esfuerzo de luchador experimentado, lo situaron en ese lugar cimero que muchos le reconocieron, que unos pocos combatieron, que algunos envidiaron y que nadie le ha negado nunca”. Tras su salida de la cárcel “un simbólico 26 de julio”, nos sigue relatando Cruz Segura, Manolo “pasó en breve tiempo a ser hostigado por razones ideológicas a las que él no era ajeno”. Para este veterano dirigente de la Juventud Democrática, la primera asamblea del 1J4 después del tiranicidio, fue, desde antes de ser celebrada, “usada por la propaganda adversa, tanto de los intereses creados decadentes como por el de las ambiciones emergentes”. Desde su perspectiva, incluso asistir a la misma era en sí “un riesgo” por lo que el acto se convirtió en “una especie de micromitin bajo techo y, por los rumores puestos a circular interesados en bloquear esta actividad, muchos compañeros desinformados no asistieron contra su mejor voluntad”.
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Hay que entender, tal como lo explica Cruz Segura que “se asistía al nacimiento de una entidad política por vez primera en más de 30 años”. En ese sentido, el partido se institucionalizaba “en base a procedimientos democráticos que no se ejercían por más de dos generaciones y constituida por componentes que ninguno, por sus edades, había tenido la oportunidad de conocerla o practicarla”. En el periódico El 1j4 del 26 de julio de 1962 se establece que “la asamblea fue iniciada después de las 8 de la mañana con el Himno Nacional, que fue cantado a coro por todos los asistentes. A seguidas, el compañero Darío Vinicio Echavarría pronunció las palabras de apertura de la misma. Luego el ingeniero Félix María Germán leyó el informe que rendía a la Asamblea el Comité Ejecutivo Provisional, de inmediato se procedió a la elección de los miembros del futuro Comité Ejecutivo Central, todos los delegados del movimiento tenían derecho a participar como candidatos”.
Sobre ese último particular, nos explica Cruz Segura, solo eran “delegados de pleno derecho de acuerdo con la primera resolución que instituyó la calidad de miembros fundadores, con derecho a voz y voto solo a los compañeros que hubiesen estado presos”. Así pues, la asamblea constitutiva del 30 de julio de 1961 tan solo contó “con la presencia de 82 delegados procedentes de todo el país”. No obstante su carácter cerrado en cuanto a la elección de su órgano directivo, el evento fue abierto para los que deseaban participar y conocer la nueva organización. Por tal motivo se puede afirmar, siguiendo a Cruz Segura, que la Asamblea fue “el primer encuentro masivo de los catorcistas en libertad y en muchos se conocían en realidad por primera vez”.
Para esta figura histórica que fue Cruz Segura, la actividad se celebró en un clima cargado de expectativas y tensiones pues a pesar del entusiasmo, “se sentía en el ambiente la divergencia entre la tendencia abrumadora por Manolo y la suspicacia que genera la novedad de las ideas. Yo fui espectador y entre los que estaban en esa posición oímos y vivimos muchas cosas de las que no se enteran los protagonistas. Todo esto se combinó para que este primer encuentro oficial de los catorcistas constituyera un verdadero acontecimiento de compañerismo salpicado de parabienes y fricciones disimuladas”.
A su juicio, en el proceso electivo “las consultas y los cabildeos fueron arduos. Tavárez tenía las simpatías y la ascendencia que desde antes de enero de 1960 le legó el destino a su carismática trayectoria; pero las suspicacias y la intolerancia ideológica le negaron la merecida unanimidad para su elección. 80 votos le aclamaron. Dos oscuras abstenciones se la negaron. Como espectador pudimos escuchar entre los susurros del público presente, allegados al 14 de Junio, que esos dos votos negados más que contra él, lo fueron contra su ideología y constituyeron los dos primeros disparos de la guerra fría de la intolerancia vernácula al libre juegos de las ideas”.
El Comité Ejecutivo Central quedó elegido de la siguiente manera: Presidente, Dr. Manuel A. Tavárez Justo; Vicepresidente, Dr. José A. Fernández Caminero; Secretario General, Ing. José R. Leandro Guzmán; Tesorero, Ing. Ramón Imbert Rainieri (Moncho). Vocales: Dra. Asela Morel, Ing. Félix M. Germán (hijo), Ing. Darío Vinicio Echavarría, Ing. Ramiro A. Manzano Bonilla, Arq. Manuel Baquero Ricart, Tomás Josué Erickson, Dr. Miguel A. Vásquez Fernández, Lic. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Luis Álvarez Pereyra y Miguel Lama Mitre. Se tiene constancia que “por un voto”, el dirigente de El Seibo, José Antonio Constanzo, no salió electo miembro del Comité Central. Uno de los momentos más destacados de la asamblea fue el discurso de aceptación de Manolo Tavárez, quien delineó los fundamentos políticos y organizativos dentro del partido en esa nueva etapa, tal como veremos en la próxima entrega de esta serie.
Dr. Amaurys Pérez, Sociólogo e historiador Museo de la Dignidad