Por su supuesta participación en una trágica y confusa balacera que segó cuatro vidas cerca de un burdel de La Vega José Orlando Genao Fernández, de 31 años de edad, murió posteriormente a manos de la Policía hecho que la institución del orden inscribió ipso facto en la lista de mortalidades instantáneas que informa como «intercambios de disparos», epígrafe de poco crédito por los anteceden tras desaparecer el dictador Trujillo sin llevarse a la tumba todos sus métodos. Como se trata de episodios sangrientos que nunca se esclarecen, ni por la PN ni por el Ministerio Público, procede, para preservar signos de civilización que alguien, al menos la prensa, escuche impactado la versión de la propia familia de Genao en cuyo domicilio habrían ocurrido los hechos que los progenitores describieron como ejecución en presencia de los hijos del victimado sin ofrecer resistencia. Es probable que esta enfática refutación a lo que dice la Policía caiga como siempre en el olvido a pesar de las implicaciones que tienen la ausencias de repercusiones desde la sociedad y las máximas autoridades a las muertes expreso para así superar su persistencia.
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Barbarie contra barbarie: los pandilleros haitianos están oficialmente advertido de que si cruzan para este lado automáticamente sufrirían peores consecuencias que en Haití donde matar y descuartizar siempre es posible. ¿Qué diablura de crueldad se habría inventado aquí? Una tolerancia riesgosa que impulsaría más muertes confusas está dejando de ser discreta.