Las llamas aún se asomaban de una sala de conciertos de Moscú tras la incursión de un grupo de hombres armados cuando los funcionarios rusos ya habían empezado a insinuar quiénes eran los verdaderos responsables del ataque. No presentaron pruebas, sólo calumnias, sospechas y especulaciones que contradecían a los hechos, pero a los ojos de Rusia, sólo había un culpable: Ucrania.
Las acusaciones de que Ucrania, que lleva tres años combatiendo la invasión rusa, fue responsable del ataque del viernes en el que 137 personas fueron asesinadas, fue el primer disparo en una guerra de desinformación que ha nublado el corazón y la mente de las personas que aún intentan comprender el impactante atentado.
Primero fue Dmitry Medvedev, el expresidente ruso que en su momento fue considerado como un reformista moderado pero que ha adoptado una línea dura desde el inicio del conflicto con Ucrania.
“Los terroristas sólo entienden el terror de represalia… si se establece que estos son terroristas del régimen de Kiev, es imposible lidiar con ellos y sus modelos ideológicos de forma distinta”, escribió en Telegram unos 90 minutos después de que se dieran a conocer los primeros reportes del atentado.
Aunque no acusó abiertamente a Ucrania, la insinuación encaja con la imagen que Rusia ha pintado de Ucrania como un nido de víboras, y dejó entrever que Rusia estaba dispuesta a intensificar su ofensiva aérea sobre Ucrania, lo cual ya ha sucedido en los últimos días.
Después vino el turno del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, no sólo para rechazar las acusaciones de Rusia, sino para insinuar que el brutal tiroteo e incendio podrían haber sido una operación de bandera falsa. La agencia emitió un comunicado el viernes en el que hizo referencia a las explosiones de 1999 en edificios de apartamentos que muchos críticos han insinuado que fueron perpetrados por agentes de seguridad rusos para justificar una segunda guerra con Chechenia.
“No existen límites para la dictadura de (el presidente Vladímir) Putin. Está dispuesto a asesinar a sus propios ciudadanos por motivos políticos, tal como ha matado a miles de civiles ucranianos durante su guerra contra Ucrania como resultado de ataques con misiles, artillería y tortura”, dijo el ministerio en su comunicado.
El hecho de que una célula del grupo Estado Islámico se adjudicara el atentado no sirvió para silenciar las acusaciones, a pesar de que la agrupación es un villano confiable en prácticamente todos los países y pese a que Rusia afirmó que hace unas semanas había frustrado los planes del EI de atacar una sinagoga.
La confirmación de Estados Unidos sobre la declaración del grupo miliciano sólo sirvió para endurecer la postura de Rusia.
“¿Sobre qué base es que las autoridades en Washington llegan a cualquier conclusión sobre la inocencia de alguien en medio de una tragedia? Si Estados Unidos tiene o tuvo información confiable en este sentido, entonces debe transmitirla de inmediato a la parte rusa”, dijo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova.
“Si no existen estos datos, entonces la Casa Blanca no tiene derecho alguno de emitir indulgencias a nadie”, añadió.
Y todo eso tan sólo el viernes.
Para el sábado, funcionarios rusos dieron con cuatro sospechosos en la región de Bryansk, ubicada a unos 350 kilómetros (210 millas) al sur de Moscú. Bryansk se encuentra en la frontera con Ucrania y los rusos estaban indignados.
“Ahora sabemos en qué país planeaban esconderse estos sanguinarios bastardos: en Ucrania”, declaró Zajárova.
Por la tarde, Putin, quien esperó unas 19 horas para dirigirse al país para hablar sobre el ataque, afirmó sin presentar evidencia que los sospechosos pretendían pasar a través de una “ventana” fronteriza que les habían preparado con antelación.
Tampoco se explicó cómo se podría organizar ese paso entre dos países en guerra. El lunes, Putin dijo que los agresores eran “islamistas radicales”, pero que aún se debía explicar por qué intentaron huir hacia Ucrania.
Durante el fin de semana, los observadores digitales expresaron sus puntos de vista en redes sociales y en apps de mensajería. A algunos les resultó sospechoso que Estados Unidos emitiera una advertencia a principios de marzo, diciendo que contaba con información de inteligencia que indicaba un ataque terrorista inminente.
Para otros, eso significaba que Washington no le proporcionó a Rusia información suficiente sobre lo que sabía. Mientras que otros consideraban que los servicios de seguridad rusos eran tan ineptos, que no pudieron frustrar un ataque incluso cuando ya tenían advertencias del mismo.
Tras el ataque también surgió información evidentemente falsa. La televisora estatal rusa NTV transmitió un video que parecía mostrar al principal funcionario de seguridad de Ucrania, Oleksiy Danilov, mientras decía: “¿Se están divirtiendo hoy en Moscú?…. Me gustaría pensar que les brindaremos este tipo de diversión más a menudo”.
Pero resultó ser un video manipulado por inteligencia artificial, según un experto digital de la BBC Shayan Sardarizadeh.
Para algunos, las implicaciones y las manipulaciones fueron demasiado sutiles, y eligieron creerlo todo.
“Ucrania lo hizo. Pagarán”, tuiteó el estadounidense Jackson Hinkle, quien recientemente entrevistó a Zajárova. Hinkle difunde frecuentemente información falsa en redes sociales. La guerra entre Rusia y Ucrania ha sido uno de sus temas favoritos, y a menudo publica contenido que impulsa la narrativa de desinformación rusa.