Los apagones son un buen detonante de protestas sociales, que siempre pueden degenerar en algo peor, y si vienen acompañados de alta facturación del servicio mucho mas, como está ocurriendo actualmente, a lo que hay que añadir un ingrediente explosivo por su capacidad para exacerbar los ánimos del mas pacífico de los ciudadanos: el calor.
La decisión del presidente Luis Abinader de tumbar los aumentos en la tarifa eléctrica que se han producido en los últimos meses para dar cumplimiento al llevado y traído Pacto Eléctrico fue un gran alivio y llevó tranquilidad a los sectores productivos a todos los niveles, sobre todo después de anunciarse que las distribuidoras acreditarán a sus clientes el monto de esas alzas. Pero no ha logrado apaciguar los ánimos de una población que continúa quejándose de que le han duplicado y hasta triplicado lo que le cobran por el mal servicio con la ñapa de los apagones, que en estos días han regresado por sus fueros, razón por la cual el pasado domingo cientos de ciudadanos protestaron, con sus facturas en las manos, frente a las oficinas principales de EdeEste, Edesur y Edenorte en Santo Domingo y Santiago.
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Por eso cayó tan mal el aumento poco oportuno, como lo calificó el Ministro Administrativo de la Presidencia José Ignacio Paliza, en la Superintendencia de Electricidad, donde el Superintendente, que en agosto del 2020 estaba ganando al mes 596 mil pesos, se elevó su salario a 751 mil pesos, elevando también los de los demás miembros del Consejo Directivo.
El rechazo que provocó ese aumento, que no solo es inoportuno sino también abusivo y desconsiderado en medio de la crisis que vive el país y los sacrificios que hace el gobierno para mantener la economía a flote, obligó a darle marcha atrás. Pero el daño a su imagen ya está hecho, pues dejó en el ánimo público la sensación de que nunca nos vamos a librar de los funcionarios que no van a los puestos a servir sino a servirse, y si es con la cuchara grande mejor.