El escenario ideal para una política económica, es el de obtener crecimiento del PIB con baja inflación; sin embargo, los resultados del desempeño económico dominicano del 2021 no resultaron así, una expansión de un 12.3 % de la economía, con un incremento de precios de un 8.50 % y también, una expansión mostrada durante el primer bimestre del 2022, de un PIB con un 6.0 % e inflación interanual a febrero de un 8.98 % y creciendo a marzo a un 9.05 %.
Con una inflación que desde finales del 2020 dejó de ser transitoria y que la interanual a marzo del 2022, en un 99.0 % no ha sido promovida por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la política monetaria desde noviembre del 2021 comenzó a reaccionar, tal vez en forma tardía, hacia la normalización monetaria de corte restrictivo, cuando elevó la tasa de interés del Banco Central de un 3.0 % a un 3.5 %, ante una oferta monetaria expansiva, que durante la mayor parte de los meses del referido año fue mayor que lo programado.
Mientras que, por el lado de la expansión económica el país alcanzó un 12.3 %, superior en cerca de 7 puntos porcentuales sobre el crecimiento potencial de la economía que ronda el 5.0 % anual, ese desempeño provee razones para inferir que la economía dominicana, al margen del rebote estadístico, que pudo adicionarle en torno a 5 puntos porcentuales, mostró signos de sobrecalentamiento, que explica parte de la alta inflación del 2021, en adición a los componentes monetario e importado.
El contexto de crisis sanitaria en ocasión del COVID-19 hizo que las posiciones fiscal y monetaria fueran expansivas, como manera de mitigar los impactos sociales y la reducción de la actividad económica; sin embargo, el afán de recuperar el crecimiento del PIB en tiempo récord, indujo a descuidar el inicio del desmonte de ambas posturas,
mostrando rezago la reacción en el ámbito monetario y en el fiscal aún no se ajusta a la dimensión de las presiones inflacionarias, con el registro de un balance financiero negativo sobre los RD$ 10 mil millones a abril del 2022, cuando pudo promoverse una ejecución presupuestaria equilibrada.
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Frente a un escenario como el descrito, en forma dilatada la posición monetaria ha retomado parte de su dominancia frente al principal objetivo del Banco Central, que es el de mantener la estabilidad de precios o, en otra lectura, en un error de medición, en cuanto a la duración de la inflación, que fue considerada por las autoridades de naturaleza transitoria; sin embargo, ha continuado, teniendo carácter prolongado, situación que propició que la tasa de interés de política monetaria se haya elevado en varias ocasiones, hasta colocarla en un 5.5 % para abril del 2022.
El aumento de la tasa de intervención de política monetaria es una expresión de voluntad del Banco Central para indicarles a las entidades financieras y de valores respecto a la cantidad de dinero que circula en la economía, para el caso de la coyuntura por la que atraviesa la economía dominicana, es señal de que, al momento de elevar la tasa, había mucho dinero circulando. A febrero del 2022, último mes de subida de la tasa monetaria, el crecimiento de la base monetaria restringida interanual era de un 15.2 %, un exceso para el indicador programado al cierre del 2021 que era
de alrededor de un 8.0 %.
Ese componente monetario obligó al Banco Central a aumentar su tasa de intervención, como manera de encarecer el crédito y por esa vía, disminuir la demanda agregada de la economía, elevar el ahorro -posponiendo consumo-, para un escenario previsible de reducir el crecimiento del PIB y estabilizar los precios a niveles dentro del rango de la meta de inflación establecida para el año que transcurre por el programa monetario.
Justo esa posición monetaria presenta la paradoja de la tasa de intervención de política monetaria, que implica perder intensidad en la expansión de la economía, a fin de detener el crecimiento de los precios, pero que en principio luce oponerse a la lógica o a la creencia común, de que siempre será positivo el crecimiento de la economía de un país.
El fundamento para afirmar que es una paradoja, está en la evidencia empírica construida por muchos trabajos de investigación económica, que respalda la afirmación de que la inflación resulta perniciosa para el crecimiento económico, dado que, afecta al poder de compra de los salarios y de los ingresos monetarios, restando capacidad
real de consumo y constituyéndose luego en un obstáculo para la sostenibilidad del crecimiento económico para el corto, mediano y largo plazo.
Adicionalmente, el Banco Central ha ido reduciendo la base monetaria restringida, llevándola de RD$ 363,278 millones a RD$ 347,189 millones en abril del 2022, para una disminución de RD$ 16,089 millones y en parte lo ha estado realizando a través del aumento de los valores en circulación (certificados del BC), que ha aumentado en RD$
93,897 millones desde diciembre del 2021 al 25 de abril del 2022, colocándose en RD$ 828,045 millones.
Los costos de la inflación sobre el crecimiento del PIB, la literatura económica teórica y empírica lo revela, de ahí la importancia de que la posición monetaria asuma el papel de dominancia monetaria, en el tema de detener y estabilizar la inflación para que la economía dominicana retome el aumento en un ambiente de estabilidad.
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De manera que, al Banco Central le resulta imperativo retomar el dinamismo que sea necesario, para que en el 2022 no ocurra lo acontecido en el 2021, cuando la tasa de inflación desbordó a la meta de inflación en 4.5 puntos porcentuales, de tal manera que, el crecimiento del PIB en el presente año sea coherente con el logro de alcanzar el rango de la meta de inflación, para de esa forma también, mantener la credibilidad de la política monetaria como expresión de una entidad autónoma.
Por de pronto, todas las noticias que llegan del exterior apuntan hacia una profundización de la inflación, esta vez asociada a los nuevos atascos en el transporte marítimo, además, por el encarecimiento de la energía en Europa, la permanencia de los altos precios del petróleo y los pronósticos de más incrementos en el índice de precios de la FAO, escenario nada despreciable como para ignorarlo, en el desafío imperativo de continuar combatiendo la inflación dominicana, sin importar que el crecimiento económico estimado para el 2022 sea sacrificado hacia la baja.