Lo que hoy es la avenida Mirador del Sur era parte de la hacienda de la familia Henríquez. Se llamaba Bella Vista, y abarcaba los terrenos donde también se construyó el hotel El Embajador y la urbanización Los Cacicazgos.
Antes de la construcción de esta vía, recuerda Eugenio Pérez Montás, “la única avenida que estaba urbanizada era la Independencia, llegaba hasta Haina y se llamaba Camino de Azua”.
“El eje de todo era la avenida Mirador del Sur, marcada en la conciencia de los que estábamos interesados en preservar esos balcones, que eran recursos que había que defender para el desarrollo urbano de la ciudad de Santo Domingo”, relata el arquitecto Rafael Tomás Hernández quien junto al también arquitecto Pérez Montás narra la historia de ese conjunto desde donde se domina “un amplio panorama de zona costera de Santo Domingo”, como se definió en su inauguración.
También se denomina Paseo de los indios. Es a lo que hoy se llama, además, Avenida de la Salud porque es el espacio que los capitaleños utilizan para caminar, trotar, hacer aeróbicos, correr, realizar competencias deportivas, ejercitarse…
Es el gran parque del que le había hablado a Hernández Joaquín Balaguer a inicios de su mandato de 1966. Se colocaron juegos infantiles, se construyeron miradores, zonas de estacionamiento, muros de contención, bancos y zonas embellecidas en el farallón.
Al igual que la Anacaona, “la avenida marginal”, a este conjunto se le agregó la Plaza de la Poesía. El ingeniero Manuel Alsina Puello se refirió al complejo como un “palco de colosales dimensiones desde el cual se otea la hermosa panorámica de nuestro Mar Caribe y el hermoso conjunto del ensanche Duvergé (Honduras), especialmente en las noches, realzado su atractivo por la florescencia de su bello alumbrado, bancos de reposo, miradores y adecuadas zonas de estacionamiento”.
Describió los paseos, lagos, estanques, fuentes, pabellones de servicios públicos múltiples, bibliotecas, espejos de agua, pistas para patinaje y ciclismo “y una iluminación especial de mercurio que en las noches acentúa la remembranza simbólica de las estatuas que son como una cátedra de historia y de arte, que serán de provecho para los que disfrutan el tesoro de inquietudes estéticas”.
Difíciles comienzos. Para la construcción de la avenida Mirador del Sur, iniciada en 1968 según informó el ingeniero Felipe Martínez Brea, los encargados de la obra no solo se enfrentaron a la dura tarea de romper y abrir caminos abruptos, desafiar los arrecifes y el farallón, sino con el trabajo de desalojar viviendas que ya se empezaban a levantar en el lugar, precisamente por un funcionario del Gobierno, cuentan Pérez Montás y Hernández.
“Savica, dirigida por Manuel de Jesús Estrada Medina, comenzaba a construirlas en distintos lugares de la ciudad y quería utilizar para ellas el Mirador Sur”, significan.
El objetivo, señalan, era “crear una gran zona verde para la ciudad, con la pena de la agresividad que había en la Cayetano Germosén, donde empezaron a invadir el farallón. En 1986 hubo que desarrabalizarlo”, comentan.
Balaguer, añaden, “hizo que destruyeran las viviendas que se estaban levantando”, que ellos llaman “Charranchos”, “a disgusto de Estrada Medina”, porque la idea del mandatario era que “todo fuera parque y zona verde”.
Pérez Montás explicó que quien le dio el nombre de la Avenida de la Salud fue el exsíndico Rafael Suberví Bonilla. Balaguer la recorría cada tarde rodeado de funcionarios y guardaespaldas.
En la Mirador del Sur no se presentan entaponamientos del tránsito porque las horas en que está disponible para vehículos son pocas, ya que en horas de la mañana y la tarde se convierte en peatonal para mayor libertad de los ejercitantes.
Para los arquitectos, el único problema de la arteria es que “la iluminación es muy pobre, nunca fue perfecta. Por suerte, es un parque estrecho y se puede mantener la seguridad mirando transversalmente”, aseveró Pérez Montás, quien tomó parte en la construcción de un tramo, junto con Manuel Valverde Podestá.
También participaron en los trabajos de la zona Cristian Martínez, en la Fuente de la Poesía; Eduardo Selman, que levantó los primeros apartamentos de la Anacaona, Gilberto Pagán, Rafael Bonnelly, Quiquí García, Felipe y Bienvenido Martínez Brea y Pablo Mella Morales, que fue encargado de Los Cacicazgos.
“La construcción de Los Cacicazgos, manifiesta Hernández, coincidió con las Leyes Agrarias y Balaguer permutaba con terrenos” de esa urbanización.
Para Rafael Tomás Hernández y Eugenio Pérez Montás, urbanísticamente, la avenida Mirador del Sur ha resultado “un éxito, es una obra que da carácter a la ciudad de Santo Domingo y el modelo de desarrollo creado en el Parque Mirador Sur pudo ser repetido en la zona Este”.
Agregaron que “hubo un programa de zonas verdes que produjo, además, los parques Mirador del Este, del Norte, el zoológico, el acuario, la Plaza de la Cultura, el Jardín Botánico… “Santo Domingo llegó a ser una de las ciudades con mayores índices de zonas verdes entre las capitales de América Latina”.
“Eso se perdió. La ciudad siguió creciendo, pero el programa de zonas verdes no se respetó y las oficinas de planeamiento urbano de los ayuntamientos que integran el Gran Santo Domingo, no han seguido las normas”, expresó Pérez Montás.
Les complace que la avenida Mirador del Sur “se haya mantenido y generado un resultado de acuerdo con lo que se planeó, significó Hernández, para quien “hay una identificación de la sociedad con el Parque Mirador Sur, como una obra que está al servicio de la comunidad. Yo le llamo “Country Club Popular”.