. “Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor”.
“Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.
-“Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.
“Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de esta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía”.
“Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla”.
“El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…O no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
“Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla”.
“La política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”. Juan Pablo Duarte
Querido Juan Pablo:
Ayer se cumplieron 205 años de tu nacimiento. ¿Sabías que desde hace varias décadas el 26 de enero es el inicio de lo que llaman el “Mes de la Patria”? Un mes de muchas actividades. Las escuelas organizan actos para que los niños te conozcan. Se organizan conferencias y actos diversos. Te escribo Juan Pablo, a sabiendas que donde estás no podrás leerme. Ni podrás reaccionar al uso utilitario que se ha hecho de tu nombre.
¿Sabes? Cuando escucho a los políticos de oficio, a los que ostentan cargos por su capacidad de lograr votos por compra o por su capacidad de convencer, han sido electos para ocupar un cargo público. Otros han tenido la suerte de ser designados por obra y gracia de su cercanía con el que tiene el poder de nombrar. Pero todos, con escasas excepciones, se memorizan algunos datos, y comienzan a hablar sin parar, a decir que te imitan, que te admiran y que obran y laboran pensando en ti y en tus ideales. Cuando los escucho, la tristeza me envuelve y me deprime.
En el Mes de la Patria también aparecen espacios pagados, hablando de la nobleza de los trinitarios y de su jefe político, Juan Pablo Duarte. Miro estos dibujos como caricaturas, como golpes a la conciencia, como pisoteos a los sueños libertarios que te llevaron a ti y al pequeño grupo que te siguió a sacrificarse, y a veces a inmolarse también. A ti, y otros como tú en este país los he llamado Quijotes, luchadores por la justicia y la libertad a cambio de nada. Ustedes fueron un regalo a la humanidad. Como escribí en mi libro sobre Ulises Francisco Espaillat:
Verdaderos críticos de su realidad, no abandonaron nunca esa condición, poniéndola de manifiesto cuando el proceso por el que se sacrificaron y ofrecieron lo mejor de sí para materializarlo, fue instrumentalizado por el grupo que lo apropió y se hizo dueño de la situación. Este grupo de usurpadores del poder y de ilusiones, fue convirtiéndose gradualmente en los nuevos verdugos de sus propios hermanos y adeptos.
Pueden algunos afirmar que estos cuatro hombres universales fueron profundamente ilusos, pues a pesar de haber sacrificado gran parte de sus vidas, no pasaron de ser tristes perdedores de la historia y de la humanidad. Muchas razones justifican esta afirmación. Excluidos y marginados de sus propios suelos, porque sus posiciones críticas implicaban un cuestionamiento al estatus establecido; invocadores de un espíritu de lucha capaz de movilizar masas insensibles, fueron renegados por ellas mismas, cuando un nuevo discurso político de adecuación al nuevo orden sustituía ese conjunto de ideas revolucionarias que habían cumplido con su cometido histórico.[1]
Una vez más, en nuestra historia y en la del mundo, el poder se impuso a los sueños, que con el tiempo se han convertido en terrible pesadilla. Lo he dicho otras veces, se impone una nueva visión crítica de la historia, que nos permita aprender de nuestros fracasos y nuestros errores.
Busquemos también y nutrámonos de ellas, de las historias de triunfos y aciertos como fuente de inspiración. ¿Existe hoy una nueva utopía? ¿Puede existir una utopía en esa sociedad que se autodestruye, que ha invertido los valores para imponer el poder, el tener y la apariencia como los símbolos de éxito? Sigo pensando que todavía podemos seguir soñando con una sociedad verdaderamente democrática y basada en el respeto a la ley y la Constitución.
Como el Quijote de Cervantes, que partió con su Dulcinea y su fiel Sancho a “deshacer entuertos y enderezar sinrazones que enmendar y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer…”[2]
Prefiero, mi querido Juan Pablo caminar, hacer camino desde mi propio espacio. Haré caso omiso a los discursos sin sentido, y a los hipócritas que usan tu nombre para sus proyectos políticos personales. Seguiré clamando por una sociedad más justa. Continuaré exigiendo ética en el ejercicio político. Y no me cansaré de soñar, porque no quiero, no puedo sucumbir ante los embates de esta sociedad deshumanizada.
Gracias Juan Pablo por soñar, porque gracias a tus sueños tenemos una nación, un país, una patria, aunque ella haya sido vilmente mancillada por los que se apropian del erario público, por los que llegan al poder imponiendo su voluntad y enfrentando y matando a sus opositores. Gracias Juan Pablo porque amamos esta patria herida y maltratada. Gracias Juan Pablo porque tú nos obligas a mantener la esperanza. Gracias por ser una fuente inagotable de reserva moral, un verdadero símbolo de pureza en el ejercicio de la política y un auténtico paradigma para instar a los políticos para que conviertan su quehacer en un monumento a la ética. Hoy, Juan Pablo, rescatando tu memoria enarbolo la bandera de los que se han sacrificado por la patria que tanto amaron.
[1] Mu-Kien Adriana Sang, Una utopía inconclusa. Espaillat y el liberalismo dominicano del siglo XIX, Santo Domingo, Editora Nacional, 2013. P.379.
[2] Miguel de Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, Pamplona, Ediciones Larraiza, 1966, p.26.