Cristian Guzmán, presidente de Fenabanca, confirmó a los periodistas Edith Febles y German Marte del programa El Día la existencia de una estructura que extorsionaba con 3 mil pesos mensuales por banca a los propietarios de agencias ilegales.
Guzmán describió como “un régimen de terror” la situación que vivió el sector desde que se instaló en la Dirección de Casinos y Juegos de Azar del Ministerio de Hacienda una agencia de “cobros compulsivos”, que operaba con el mismo personal y vehículos de ese ministerio y que para hacer más eficientes los cobros reclutó a personas ligadas al negocio para poder identificar y cobrar a las que operaban de manera ilegal. “Hemos denunciado en las dos últimas gestiones el descontrol del sector, pero lamentablemente nadie nos ponía caso porque había un control absoluto de quienes tenían el poder en ese momento”, contó a sus entrevistadores.
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Esa gente ya no está en el poder, lo que explica que se haya desmantelado la red con la Operación Calamar y que sus presuntos integrantes fueran sometidos a la justicia, y por la misma razón se supone que ya no existe ese “control absoluto” que impedía que se corrigieran las situaciones denunciadas por el presidente de Fenabanca. Pero también las de todos los que nos hemos quejado de la proliferación de bancas de lotería en violación a la ley y las regulaciones del sector, que gracias a ese desorden ha crecido y se ha hecho muy poderoso, a tal punto que ya tiene su propio bloque en la Cámara de Diputados, donde cerca de una decena de legisladores son propietarios de bancas representando a distintos partidos políticos.
¿Qué intereses prevalecerían en esos diputados si, como se ha dicho, se somete al Congreso Nacional un proyecto de ley que pondría orden en todo ese desorden? Desde que los dueños de bancas descubrieron su “vocación” de legisladores no paro de preguntarme qué atractivo le ve a una curul gente que tiene negocios millonarios, pero sospecho que pronto voy a descubrirlo.