Bangladesh observó hoy el primero de los dos días de luto nacional tras el asalto islamista del viernes a un restaurante de Dacca, en el que murieron 28 personas y sobre cuya autoría la Policía investiga a extremistas locales aunque haya sido reivindicado por el Estado Islámico y Al Qaeda.
Las banderas ondean a media asta en edificios públicos por el duelo en recuerdo a las víctimas -20 rehenes y dos policías, además de seis de los atacantes-, por las que mañana se celebrará un funeral conjunto en un estadio de la capital bangladeshí presidido por la primera ministra del país asiático, Sheikh Hasina.
Mientras se recuerda a las víctimas del ataque, la mayoría extranjeras, la Policía centra su investigación en radicales de su propio país, aunque la autoría del brutal asalto haya sido reclamada por el grupo terrorista Estado Islámico (EI) y Al Qaeda en el subcontinente indio.
«Eran de Bangladesh, no extranjeros», dijo a Efe un portavoz de la Policía en Dacca, Mohammad Uddin, comisionado para división del cuerpo policial encargado del área diplomática, donde ocurrió el asalto en Gulshan, una zona acomodada de la ciudad.
Uddin añadió que «se sigue interrogando al detenido, por parte de un departamento específico» de las fuerzas de seguridad bangladeshíes, en referencia al único de los siete asaltantes que no murió en la acción.
«Estamos también analizando los perfiles de Facebook de todos ellos, sus teléfonos móviles, a sus familiares, todos sus contactos», subrayó.
La Policía ha difundido fotografías de los asaltantes muertos, para que la colaboración ciudadana ayude en la investigación.
Equipos del Departamento de Investigación del Crimen de la Policía bangladeshí (CID, en inglés) y especialistas en explosivos acudieron durante esta jornada al lugar del ataque, de acuerdo con medios locales.
El inspector general de la Policía A.K.M. Shahidul Hoque corroboró la línea de investigación, en declaraciones recogidas por diario local The Daily Star.
Shahidul reveló además que cinco de los atacantes muertos eran supuestos insurgentes que estaban siendo buscados por las fuerzas de seguridad de Bangladesh.
«Habíamos estado buscándoles en diferentes lugares a lo largo del país», sentenció.
Las autoridades bangladeshíes mantienen desde hace tiempo que este tipo de ataques son obra de grupos locales, aunque los suelan reivindicar el autodenominado Estado Islámico o la rama de Al Qaeda en el subcontinente indio.
Con unos 170 millones de habitantes, uno de los países más poblados del mundo, y de mayoría musulmana, Bangladesh padece desde 2013 en una ola de atentados selectivos de corte islamista, aunque no era objeto desde la pasada década de ataques de la magnitud del asalto al restaurante en la noche del pasado viernes.
Los extranjeros, además de minorías religiosas, activistas homosexuales o pensadores laicos, son uno de los principales objetivos de estos ataques selectivos.
El restaurante atacado, Holey Artisan Bakery-O’Kitchen, se encuentra en la zona diplomática de la capital bangladeshí y entre sus clientes se encuentran muchos extranjeros.
Nueve italianos, siete japoneses, dos bangladeshíes, un estadounidense y una india murieron en el asalto.
La primera ministra de Bangladesh se reunió en Dacca con el viceministro de Asuntos Exteriores de Japón, Seiji Kihara, a cuyo país se entregarán una vez realizadas las autopsias los restos mortales de sus nueve nacionales fallecidos, según The Daily Star.
Hasina presidirá mañana en el Estadio del Ejército en Dacca el funeral público previsto durante dos horas, en el que la dirigente impondrá coronas de flores en los féretros.
No obstante, los restos mortales de otros dos de los fallecidos, ambos policías, ya fueron enterrados.
El asalto se prolongó durante unas doce horas de pesadilla, desde que los asaltantes entraron en el local la noche del viernes al grito de «Alá es grande» con explosivos, armas de fuego y espadas hasta la operación militar para liberar a los rehenes en la mañana del sábado, que consiguió sacar con vida a trece de ellos.
Al menos otras 26 personas resultaron heridas, en su mayoría policías.
En los alrededores del restaurante, hasta donde la seguridad deja acercarse en la zona acordonada, familiares de las víctimas y otros ciudadanos conmocionados por el atentado han comenzado a depositar flores y mensajes en su memoria.