Nueva Delhi.- Bangladesh homenajeó hoy a los 20 rehenes, la mayoría extranjeros, y dos policías muertos en el ataque a un restaurante en Dacca, por el que hay dos detenidos, mientras la Policía insiste en la autoría de extremistas locales sin lazos con el exterior.
En el segundo día de duelo nacional en el país asiático, su primera ministra, Sheikh Hasina, presidió el homenaje acompañada de representantes de Italia, Japón, Estados Unidos y la India, países de origen de los extranjeros fallecidos.
Las banderas de Bangladesh y de estos cuatro países ondearon en el escenario instalado en el Estadio del Ejército, en el que la dirigente bangladesí depositó una corona de flores sobre una placa en honor a las víctimas del brutal atentado del pasado viernes.
Tras la ofrenda depositada por Hasina entre fuertes medidas de seguridad, familiares de los fallecidos rindieron tributo a los dos policías y los nueve italianos, siete japoneses, dos bangladesíes, un estadounidense y una india muertos.
Los restos mortales de los dos policías ya han sido enterrados, mientras que los restantes cadáveres están siendo entregados a sus familiares, en muchos casos para ser repatriados, como la joven india, que fue incinerada en su país por la tarde.
Las fuerzas de seguridad prosiguen la investigación tras el asalto con rehenes al restaurante en la zona diplomática de Dacca, que se prolongó durante unas doce horas entre la noche del viernes y la mañana del sábado.
Sin embargo, no les ha sido posible “llevar adecuadamente un interrogatorio” con los dos únicos arrestados por su precario estado de salud, según relató a Efe el inspector general adjunto de la Policía en la capital bangladeshí, Monir Uz Zaman. Uno de ellos es el único de los siete atacantes que sobrevivió al asalto y fue detenido, mientras que, del otro, este oficial no aportó detalles y se limitó a explicar que “ambos están en el hospital».
La inteligencia bangladesí mantiene abierta la línea de investigación sobre un grupo de extremistas locales, pese a que la acción fue reivindicada tanto por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) como por Al Qaeda en el subcontinente indio (AQIS, en inglés). “Les hemos identificado a todos y algunos estaban en búsqueda”, señaló Zama en referencia a que cinco de los atacantes muertos eran supuestos insurgentes bangladesíes buscados por las fuerzas de seguridad de su país.
El hecho de que hayan sido difundidas en redes sociales fotos de cinco de ellos con supuestas banderas del EI como fondo no altera su línea de investigación, aunque “se están intentando recoger todas las pruebas para saber si tenían conexión o no” con grupos internacionales, añadió.
Las autoridades bangladesíes mantienen que este tipo de ataques son obra de grupos locales desde que el país se ha visto inmerso en una ola de atentados selectivos de corte islamista contra minorías religiosas, activistas homosexuales, pensadores laicos y también extranjeros.
Pero la pesadilla vivida en la noche del viernes, en la que los asaltantes entraron en el local frecuentado por extranjeros al grito de “Alá es grande” y ejecutaron a los rehenes que no sabían recitar el Corán, ha incrementado la preocupación.
La embajada de España en Dacca ha alertado de que “fuentes creíbles indican que la violencia que se ha experimentado el fin de semana pasado podría repetirse”, por lo que ha recomendado “no exponerse” en público ni desplazarse si no es en vehículos cerrados.
El gigante textil Uniqlo, el conglomerado tecnológico Toshiba y otras grandes empresas japonesas han suspendido los viajes de sus empleados a Bangladesh, donde cuentan con plantas de producción. “Es normal que estén impactados”, manifestó a Efe un responsable de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Textil del país asiático (BGMEA, en inglés), Farhat Hussain.
Sin embargo, confió en que las empresas foráneas asentadas en el país puedan superar esta situación “porque ya han sabido cómo encarar muchos problemas».
Entre ellos, Hussain recordó el derrumbe del complejo textil Rana Plaza en 2013 en Dacca, que causó la muerte de al menos 1.100 trabajadores y removió los cimientos de la industria textil en Bangladesh por las precarias condiciones de trabajo. “Esperemos”, sentenció, “que no nos veamos afectados tras el ataque”, puesto que el textil representa el 81 % de las exportaciones del país