“El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce”. Salmo 23:1-2.
Siempre he pensado que el salmo 23 no podía tener mejor representación que el salmista David, quien escribió cada palabra basado en el oficio que desde niño ejercía, pastor de ovejas. Como pastor, David sabía lo mucho que se aman las ovejas y lo significativo que es el cuidar de ellas. Por esa razón comparó a su Dios como el Pastor por excelencia.
Para nosotros entender que el Señor es nuestro pastor, es bueno conocer las funciones de un pastor, que es capaz de hacer de este por sus ovejas.
El pastor siempre está pendiente de que no les falte alimentos a sus ovejas. Él se asegura de que siempre tengan acceso a pasto de buena calidad y lo suficiente para ellas. Cuando el pasto se seca, mueve a sus ovejas a otros lugares, no solo para que puedan disfrutar de gramas verdes, sino también de ambientes frescos, seguros y de reposo.
Para el pastor es muy importante el no permitir a las ovejas descarriarse del rebaño, por eso en su labor de guía siempre se va delante de ellas.
Las que logran andar solas quedan sin ninguna protección, exponiéndose a cualquier ataque de animales feroces. En tal condición, las ovejas se descarrían porque no tienen sentido de orientación, es decir, al más mínimo descuido se pueden perder. Y si se extravían, el pastor les hace regresar, muchas veces utilizando acciones dolorosas como quebrándoles una de sus patas.
El pastor unge sus ovejas. En el campo hay moscas enormes que les atormentan y que depositan sus huevos en sus fosas nasales que luego se convierten en gusanos que impulsan a las ovejas en desesperación a golpear sus cabezas contra las rocas, muchas veces hasta la muerte. Sus oídos y ojos también son susceptibles al tormento de los insectos.
Entonces el pastor unge la cabeza de la oveja con aceite espeso, ese oleo constituye una barrera de protección contra el mal que trata de destruirla y de esa forma la oveja logra tener paz.
Querido/a amigo/a que me lees, actualmente, ¿te sientes rodeado/a de insectos? ¿han depositado en ti duda, ansiedad, culpa, dolor, enojo, derrota o preocupación?
Si has sentido uno o varios de estos sentimientos, tengo para ti buenas noticias; Jehová, tu buen pastor, tiene el remedio perfecto para proteger tu mente, tus ojos, tus oídos, tu boca y tu corazón de las asechanzas más dolorosas. Su aceite es su amor y su Palabra que traen paz a su rebaño amado, donde tú eres parte de él.
Oro, para que Jehová tu pastor derrame una unción de protección y sanidad sobre ti y tus seres queridos. Para que entiendas que su propósito es ver a sus ovejas crecer en paz, tranquilas y cumpliendo su asignación divina.
Dios te guarde.
Dios te bendiga.