El arte contemporáneo dominicano, producido hoy por talentos jóvenes y maduros, es el más implicado en sus responsabilidades sociales y se rehace constantemente. Polémico, a veces ambiguo, advierte, denuncia, condena ultrajes y peligros, individuales y colectivos.
La obra de arte testimonia e impugna –directa, simbólica o metafórica- estas calamidades. Multiplica técnicas y soportes, al mismo tiempo posee método, estructura, buena terminación. Mantener cánones estéticos define el arte dominicano de todos los tiempos.
Representante estelar de esta corriente es Belkis Ramírez, pero pronunciar o escribir su nombre nos llena de dolor. Ella partió a destiempo, víctima de cáncer, en la cima de la creatividad, reconocida no solo nacionalmente sino en el Caribe e Hispanoamérica. Su porvenir no parecía tener límites.
La situaremos primero en pocas palabras. Belkis Ramírez se graduó en diseño gráfico y arquitectura, estudió grabado en Santo Domingo y Altos de Chavón, fotolitografía en San José de Costa Rica.
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Su sitial en las artes visuales atraviesa grabado, pintura, escultura, instalación y video aun.
Ideológicamente, la temática de sus obras suele involucrar, hasta en una misma pieza, varias problemáticas graves y fundamentales, como la agresión a la naturaleza, los viajes ilegales, las relaciones de poder, pero sobre todo la condición de la mujer. Belkis Ramírez siempre ha presentado piezas frutos de investigaciones, que sorprenden y alarman como si la obra fuera una trinchera… para la advertencia y la resistencia, a falta de poder detener amenazas, asedios o ataques…
Belkis Ramírez es la clase de artista que merece entero crédito, reservando las mejores sorpresas y evolución óptima. Ella no dejó de avanzar en sus proyectos y su producción, agregando elementos e ideas, y conservó, como fundamento técnico-formal su definición gráfica, como compromiso conceptual y emocional la condición femenina, sus avatares y sus (des)ilusiones. No viene al caso, pero Belkis nunca cedió ante el mercado del arte, eligiendo dificultades más que intereses.
Además, agregó a la práctica un dominio teórico inusual. Belkis Ramírez ha sabido autodefinirse como pionera en la experimentación formal, extendiendo los límites del grabado, incorporado al terreno de la tercera dimensión.. Y, decisivamente –otro compromiso-, Belkis Ramírez ha empleado nuevos lenguajes artísticos, aunque mantenía en parte sus técnicas anteriores y el uso de la madera. ¡En xilografía, ella era la mejor!
Ella grababa, dibujaba y ya pintaba: no podía soportar el estancamiento. Luego, desgraciadamente, en la República Dominicana, el grabado no se aprecia… Pronto Belkis Ramírez agregó la escultura, la suerte estaba echada… Con inteligencia, ella se reconvirtió, preservando el labrado de la superficie leñosa como si fuera una matriz destinada al proceso de impresión. Esculpiendo, ella mantuvo la madera, la plancha, el trabajo con buriles y gubias.
La instalación surgió naturalmente de la escultura, y en su última individual llegó a realizar ocho…
Ahora bien, tal vez su obra maestra de esa categoría fue la que presentó en París, en el marco de la colectiva “Kreyol Factory”. Se quedó en la memoria como “el matadero”. Aliando matriz de grabado y planchas talladas, sus efigies colgantes de mujeres se asemejaban a un desfile, prometido al sacrificio… cual un rebaño femenino. ¡Testimonio mayor de la reivindicación femenina, mucho antes del “Me too”!
Las obras de Belkis Ramírez están concebidas y ejecutadas con una economía de medios – que llega casi a la austeridad-, con extrema depuración y pulcritud, con un espíritu de síntesis y expresividad, de la visión personal e intima a la connotación social.
El léxico artístico que favorece la lectura y la fruición de cada propuesta, establece espontáneamente relaciones estéticas y espirituales entre el creador y el espectador
Belkis Ramírez es la gran abanderada de la desigualdad femenina, de la mujer cohibida y privada de sus derechos, criatura maniatada y manipulada, expuesta al dolor y a la violencia, ni reconocen la nobleza de la maternidad. La protesta de género se extiende a la condición humana. La artista fiel a sus bienvenidas «obsesiones», demuestra cuánto pueden variar las propuestas… y permanecer el mensaje.
La cama, isla y prisión, símbolo de indefensión más que de reposo, ha sido formulada varias veces por Belkis.
La intervención real y simbólica del color, rojo -sangre, grito, tragedia-, negro -sombra, luto, abismo- – contribuye al dramatismo, y el blanco también propone una lectura abierta: pureza, sacrificio, contraste o fondo simplemente.
Belkis Ramírez llegó a incursionar en el video instalación.
Recordamos uno especialmente, titulado “Ahora que me he calmado”. La desesperanza de la mujer evoca una llaga viva: el desenlace es una tragedia anunciada, no hay escape. Calma definitiva, la vida se rompe.
Nos alegramos infinitamente que Belkis Ramírez haya sido incluida en “Susurro”, sobresaliente propuesta y exposición de la República Dominicana. Mirando sus obras, el público noruego se percatará de la falta que nos hace esta gran artista, militante por la condición de la mujer y la supervivencia de la humanidad.