En mi época de reportera, solía entrevistar a don Andrés Dauhajre. Era así porque, para entonces, existía una gran incertidumbre monetaria en el país, y la prima del dólar era un término que debimos manejar y aprender para poder explicarle a la población lo que pasaba con el vaivén de los precios de los productos de primera necesidad.
Don Andrés explicaba muy bien el tema. Era, para entonces, presidente de la Asociación de Empresas Importadoras y, además, una especie de oráculo al que acudíamos en busca de orientación e información. Era un ser muy gentil, abierto y que despertaba respeto y confianza.
Una tarde, en uno de los pasillos de Tele-Antillas, se toparon de frente don Andrés y su hijo Andy. Se saludaron efusivamente con un beso y un abrazo grande de esos que se dan los padres con los hijos cuando pasa tiempo sin verse.
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En nuestra cultura, ese tipo de saludo estaba, hasta hace un tiempo, reservado para las mujeres. Por esa razón, me llamó mucho la atención el saludo y, de verdad, sentí mucha ternura.
Vengo de una familia funcional, donde el amor y el cariño estaban a borbotones, pero los besos de papá eran para mi hermana y para mí, nunca para los tres varones de la familia. Igual pasaba en casa de mi abuela: los besos de mis tíos eran para las hembras de la familia.
El saludo de los varones era solo un apretón de manos y algunos abrazos; no pasaba de ahí. Sin embargo, entre las mujeres, los besos en la mejilla y los abrazos siempre fueron frecuentes y eran admitidos como normales en nuestra cultura.
Investigando para esta entrega, encontré que los árabes se saludan con tres besos y, a veces, más, mientras más cercana sea la filiación familiar. Al parecer, llevaron a España esta cultura del beso, y las dos mejillas son tocadas entre los españoles. Mientras tanto, en Italia, donde también se usan los besos, existe una especie de jerarquía: el beso se hace de izquierda a derecha.
En España, Italia y Grecia se suele saludar con dos besos, pero de derecha a izquierda, como es en la generalidad de los países que han optado por el saludo con besos. En España, los hombres se saludan con un apretón de manos, pero las mujeres con dos besos en cada mejilla. En algunas regiones de Francia, la gente se saluda y se despide con besos, a veces hasta con cuatro en ambas mejillas.
En América Latina, el saludo con un solo beso es lo común y, aunque lo han asumido algunos hombres, es una práctica que se estila entre hombres y mujeres mayormente.
En nuestro país, los hombres y las mujeres saludan con un beso en la mejilla, a veces en el aire, sin tocar la piel. Pero el beso entre hijos y padres varones lo he visto crecer, incluso en la familia que he generado.
Mis hijos besan a su papá y mis nietos también. La verdad es que lo disfruto porque abre un espacio para la ternura en un mundo tan complicado y estresante como el que nos toca vivir.
Los besos y los abrazos fueron restringidos con la pandemia. El encierro obligado, las mascarillas y el Covid nos obligaron a prescindir de la más elevada expresión del cariño: los besos y los abrazos.