El pasado viernes 12 de julio, a las diez y media de la mañana, Pablo Neruda llegó a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña acompañado por los diplomáticos Rafael Julián Cedeño y Axel Eduardo Cabrera, embajador de Chile en el país. La ocasión era doblemente especial: se conmemoraba el centenario del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada y el 120 aniversario del nacimiento del poeta.
Este poemario contiene los poemas que todo amante de la poesía y del amor se ha aprendido de memoria en su juventud. Algunos, ejemplos: Poema 15, el de “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”, o el 20, el que empieza con “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”.
Neruda, quien evocaba su infancia marcada por la omnipresente lluvia austral, describía: “La gran lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. En esta frontera, o lejano oeste de mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía y a la lluvia”. Este lluvioso mes de julio llegó a la Biblioteca Nacional con una exposición de setenta y ocho ediciones de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, impresas por igual número de editoriales en América y Europa, en diversas lenguas y formatos.
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El escritor Rafael Peralta Romero, director de la Biblioteca Nacional, dio la bienvenida expresando: “Con Neruda en el corazón, iniciamos este encuentro para encomiar la poesía y celebrar el amor, dos grandes manifestaciones exclusivas del espíritu humano”.
Desde el amplio vestíbulo donde se exhiben los libros, Peralta Romero destacó que la poesía de Pablo Neruda abarca un espectro tan amplio que hay Neruda para todos los gustos, mencionando al Neruda surrealista y complejo de Residencia en la tierra y Tercera residencia, así como al Neruda de las dulces odas elementales.
El director de la Biblioteca Nacional cedió la palabra a don Rafael Julián y Cedano, intelectual, abogado, antropólogo y diplomático, quien posee una impresionante colección de ediciones de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que, gracias a su generosidad, esta colección se expone desde el viernes 12 de julio en la Biblioteca Nacional.
El doctor Rafael Julián y Cedano, con la parsimonia de un diplomático, alto y vestido con una chacabana blanca, recordó su primer encuentro con Pablo Neruda en la Librería Weber de la calle Arzobispo Meriño, propiedad de don Rodolfo Coiscou Weber, donde adquirió sus primeros libros de Neruda a finales de los años sesenta o principios de los setenta.
Con el tiempo y su carrera diplomática, Juan fue adquiriendo más ediciones en diversos países latinoamericanos y en España, incluyendo una facsimilar de la primera edición de 1924.
Su colección incluye ediciones con estudios, guías de lectura, prólogos, cronologías, bibliografías, fotografías e ilustraciones. También hay ediciones de Veinte poemas de amor y una canción desesperada junto a otros poemarios de Neruda, y selecciones de poemas afines o no en lo temático.
Entre sus tesoros, destaca una edición facsimilar caligrafiada por María Angélica Seguel, con veladuras originales de Hernán Valdovinos, y otra de 1970 adornada con acuarelas de Mario Toral.
Finalmente, en la exposición se encuentran ediciones en colecciones literarias dirigidas por grandes poetas y escritores como Rafael Alberti, Mario Benedetti, Oscar Hahn y Jorge Edwards, con notas escritas para la ocasión. También hay ediciones monolingües y bilingües en varios idiomas, incluyendo una edición bilingüe en mapudungun, la lengua mapuche de Chile.
Tras la inauguración de la exposición, las autoridades de la Biblioteca Nacional, la delegación de la embajada de Chile, Rafael Julián y su esposa Linda de Julián junto con escritores, promotores culturales, bibliotecarios y periodistas, se dirigieron a la Sala Aída Cartagena Portalatín para dar inicio al conversatorio y recital de poemas del libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
Coloquio
Con la sala llena, el embajador de Chile, Axel Cabrera Martínez, introdujo el coloquio expresando su reconocimiento a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña por recordar el 12 de julio, fecha que marca tanto el 120 aniversario del nacimiento del insigne poeta chileno Pablo Neruda como el centenario de su célebre poemario “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
El diplomático destacó que, contrario a lo que muchos piensan, Pablo Neruda fue inicialmente un seudónimo de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien más tarde legalizó el cambio de nombre. Para el embajador Cabrera Martínez, Neruda fue un talento excepcional, capaz de escribir con una sensibilidad única en su juventud, rodeado de los bosques del sur de Chile.
El embajador Cabrera Martínez donó la obra completa de Pablo Neruda a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, recibida por el escritor Rafael Peralta Romero, director general.
El editor Carlos George Nascimento recordó a un joven poeta llamado Pablo Neruda, quien llevaba bajo el brazo su segundo poemario, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. Nascimento rememoró cómo, a pesar de su apariencia frágil y su carácter reservado, Neruda logró convencerlo de publicar el libro en un formato grande y cuadrado, a pesar de los costos adicionales.
En junio de 1924, las vitrinas de la librería Nascimento en la Plaza de Armas de Santiago exhibieron la primera edición de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, el poemario que catapultó a Neruda a la fama y le aseguró un lugar en la inmortalidad literaria.
A las once y diez, un sol radiante iluminaba las ventanas de la Sala Aída Cartagena Portalatín, donde tomaron asiento los participantes del conversatorio: José del Castillo, Soledad Álvarez, Mateo Morrison y Basilio Belliard.
José del Castillo Pichardo
José del Castillo Pichardo, con camisa salmón, pantalón marrón y apoyado en un bastón, leyó sus memorias de su estancia en Chile y su vivencia con el poeta. Recordó cómo conoció literariamente a Pablo Neruda en la primavera de 1961, cuando abrazó su credo poético y lo identificó como un instrumento eficaz para sus inquietudes políticas y existenciales de juventud.
Para Del Castillo Pichardo, sociólogo, ensayista e historiador, el “Canto general” de Neruda nutría el arsenal ideológico-literario del grupo Arte y Liberación, liderado por el pintor Silvano Lora. En la voz del poeta Miguel Al Fonseca se articulaban los versos imponentes de este poemario fundamental de América.
Cinco años más tarde, en una mañana gris de abril de 1966, Del Castillo Pichardo conoció a Neruda en persona en el Teatro Baquedano de Santiago de Chile, donde el poeta había leído solemnemente su “Versainograma a Santo Domingo” en un acto de solidaridad con el país ocupado por las tropas de la Fuerza de Paz Internacional (FIP). A la salida, junto a un grupo de dominicanos, Del Castillo Pichardo platicó con Neruda, quien complaciente estampó su firma en el impreso de este poema memorable.
José del Castillo Pichardo, tras esta esencial navegación por la multifacética aventura de una figura cardinal del movimiento cultural internacional del siglo XX, viajero incansable, contertulio y gastrónomo entusiasta, quien cultivó amistad con lo mejor de la intelectualidad de su época, dejó pendientes sus vivencias directas con el Poeta, como lo designara en mayúscula Jorge Edwards.
Soledad Álvarez
“Con motivo de los cien años de la publicación de Veinte poemas de amor y una canción desesperada pienso que nos representa: ¿Quién de nosotras, las mujeres, no queremos ser la musa, que nos digan, por ejemplo: “Quiero hacer contigo / lo que la primavera hace con los cerezos”. (Poema XIV).
Sonriente y vestida de blanco, la poeta Soledad Álvarez, Premio Nacional de Literatura 2022, se expresó en esos términos y destacó que en Veinte poemas de amor y una canción desesperada Neruda avanza hasta llegar a la cima más alta de la poesía chilena y latinoamericana.
Sostuvo que Neruda fue modernista, no rechazó el modernismo, también trabajó el verso alejandrino, es decir, siempre fue tan libre que es una de las cosas que un lector aprecia en su poesía.
La poeta Álvarez recordó un verso del Poema 8, que le encanta: “El agua anda descalza por las calles mojadas”. Finalizó refiriéndose a la ruptura de los cánones y las metáforas deslumbrantes en Veinte poemas de amor y una canción.
Mateo Morrison
“Cuando Pablo Neruda publicó ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, tomó el relevo de Rubén Darío en la historia de la poesía latinoamericana”, destacó Mateo Morrison, Premio Nacional de Literatura 2010.
Subrayó que, en este poemario, Neruda abordó como temática el cuerpo de la mujer, vistiéndolo y desnudándolo con sus versos.
“Neruda, sin conocer el Manifiesto del surrealismo del francés André Breton, ya había escrito versos surrealistas en ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’”, aseguró el poeta Morrison. La grandeza de Neruda, tanto en este poemario como en toda su obra, radica en su capacidad para asumir la poesía sin ataduras.
El poeta Mateo Morrison cerró su participación señalando que Neruda era atrevidísimo, el poeta de poetas que le cantó a todo. Recordó que el novelista Carlos Fuentes expresó que Dios hizo el mundo no en siete días sino en seis, y dejó el séptimo para que Pablo Neruda nombrara todo el universo.
Basilio Belliard
El poeta Basilio Belliard, con una boina nerudiana, inició su intervención saludando la iniciativa de don Rafael Julián, “quien es el coleccionista de todas las ediciones de ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’ y ha propiciado esta exposición en un acto de justicia a Neruda, permitiéndonos conocer esta colección artística de las ediciones de los ‘Veinte poemas’”.
Poeta de los predios de César Vallejo, Belliard aseguró que cuando él se inició, Neruda ya vivía una especie de purgatorio porque el dios tutelar ya no era Neruda sino César Vallejo; el primero era el poeta del amor y el segundo, el poeta del dolor.
Sin embargo, dijo que Neruda siempre fue el paradigma del poeta del amor con ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’ y ‘Cien sonetos de amor’, convirtiéndose en el Rubén Darío del siglo veinte.
Para Belliard, luego de que Neruda agotara todas las posibilidades y temas que abarca su poesía, devendría en un poeta de culto con el poemario ‘Residencia en la tierra’, debido a que esta poesía se aleja de los lectores tradicionales y pasa a ser una poesía para poetas, donde el simbolismo se abre paso y se distancia de la poesía posromántica de Neruda.