Biden prometió que si llegaba al poder y tenía la ocasión de nominar a alguien para el Supremo, elegiría a una mujer negra
El presidente de EEUU, Joe Biden, cumplió ayer una promesa electoral y nominó a la primera mujer negra que aspira a ocupar un escaño en el Tribunal Supremo de EE.UU., la reconocida jueza Ketanji Brown Jackson.
Biden hizo su anuncio 2 años después de prometer que, si llegaba al poder y tenía la ocasión de nominar a alguien para el Supremo, elegiría a una mujer negra, porque ninguna ha formado parte de la máxima corte en sus 232 años de historia. “Durante demasiado tiempo, (los miembros de) nuestro Gobierno y nuestras cortes no se han parecido a cómo era Estados Unidos”, recordó Biden.
Flanqueado por Jackson y por la vicepresidenta, Kamala Harris, el mandatario pidió apostar por mayor diversidad en las instituciones, para “inspirar a todos los jóvenes a creer que ellos también pueden servir a su país al máximo nivel».
Jackson confió en que, si el Senado la confirma para ocupar uno de los nueve asientos del Supremo, su trabajo en la corte “inspire a generaciones futuras de estadounidenses».
«Me siento verdaderamente honrada por el extraordinario honor de esta nominación», dijo la jueza, de 51 años, en un breve discurso.
La llegada de Jackson a la corte no cambiaría la composición ideológica del Supremo estadounidense, que con seis jueces de tendencia conservadora y tres progresistas, está más inclinado a la derecha que en ningún momento desde la década de 1930.
Sin embargo, sí ampliará la diversidad de una corte en la que ahora mismo hay cinco hombres blancos, uno negro y tres mujeres, una de ellas la latina Sonia Sotomayor.
De ser confirmada, algo que parece probable, Jackson reemplazará a uno de esos hombres blancos, Stephen Breyer, que es uno de los tres únicos miembros de la bancada progresista de la corte y que anunció en enero que planea retirarse a los 83 años.
Pero Breyer no abandonará el cargo hasta que acabe el actual periodo de sesiones del Supremo en junio o julio, por lo que Jackson no tendrá ocasión de pronunciarse sobre los temas candentes que tiene el tribunal en su agenda, incluida la posibilidad de limitar el acceso al aborto en EE.UU.